domingo, 30 de septiembre de 2012

DELFOR B. MÉNDEZ - un recuerdo a su obra


Diario El Día de La Plata - Cartas - edición del 3/08/1998

Varios motivos: la amistad, la ciudad, los libros y un aniversario, me llevan a escribir estas líneas.
Hace unos 15 años compartiendo con mi admirado Carlos Moncaut, una sabrosa charla sobre esa debilidad que en común tenemos y que es “la Magdalena” (encuentros en los que yo lo que más hago es preguntar y escuchar), a raíz de un trabajito que me encontraba realizando referido a como se la veía en la literatura, como la habían pintado sus escritores, me habló Don Carlos de “Silvano Ponce – la novela de un mensual”, libro que había da a luz el Dr. Délfor B. Méndez, y que ambientaba en esos pagos.
Puso el ejemplar en mis manos, pude hojearlo y tuve así mi primer contacto con él.
Conocía yo el nombre del doctor, no por haber leído algo suyo, sino porque había tenido cierto trato con mi abuelo materno, siendo ambos magdalenenses.
Algunos meses después de aquella charla profética (creo que antes del año), gracias a otro artífice de los libros, en este caso Mario Lenzi, pude tener mi  propio ejemplar; y por supuesto me referí a él en ese escrito que preparaba y mencioné más arriba.
Hace algo más de 5 años en este mismo diario y desde la sección “Críticas-Comentarios de Libros”, alguien que no se identifica (y es una lástima), escribió un recuadro titulado “Releecturas”: Silvano Ponce”, y allí en apretada síntesis, se mencionaban todos los títulos de Méndez, y se dice de su novela que “tanto por su estilo como por su contenido, se la ha comparado con Don Segundo Sombra”. Desconocemos el mes, pero podemos afirmar que este año, cumple su 60º aniversario aquella novela, que hoy resulta -más allá de ser una pintura costumbrista de profundo valor regional-, toda una rareza.
Gracias a ese rincón que los curiosos nunca salteamos y que se refiere a La Plata, hace 25-50-100 años, pudimos saber que en julio de 1969 en la Ciudad de Magdalena se le rindió homenaje a ese hijo pródigo, dando su nombre al Club Literario, en acto que engalanaron gente de la cultura y autoridades locales y provinciales.
No obstante, es poco o muy poco lo que sabemos de Méndez, y no damos con el lugar indicado para desasnarnos al respecto.
Hace un par de meses, otro amigo apasionado de las artes, Jorge H. Paladini, me facilitó para la lectura, la última obra de Méndez, “Viñetas Platenses”, publicada por la Municipalidad, justamente en el año que cerraría definitivamente los ojos, 1950.
Leyéndolo, me encontré con una de las “viñetas” titulada “Parque Saavedra”, la que se abre con una ilustración de Redoano que muestra la escalinata que coronaba la escultura “la cabeza del indio”.
En lo que va del año, y desde éstas páginas varias veces se hizo hincapié en el deterioro estatuario que viene sufriendo la ciudad, inclusive la foto del Saavedra “sin manos” salió más de una vez, como también se mostró la destruida “fuente de los angelitos”, que daba el frente al palacio fundacional que lamentablemente consumieran las llamas de una incomprensible negligencia adolescente. Todo lo apuntado -y habría más- dentro del predio del Parque Saavedra, donde ya no está más esa “cabeza de indio”, que fuera testigo mudo de encuentro y sueños guitarreros en los albores de los ’60, y de la que Méndez en sus “Viñetas” textualmente decía: “El indio, con su gesto cansado de divisar lejanías, eterniza en su metalización, un recuerdo cargado de lanzas de tacuara. Cabeza autóctona envinchada en el dolor de la persecución desmesurada, simboliza una raza que se pierde en el turbión cosmopolita de la época. El Indio, ese del Parque Saavedra, en su humildad de vencido, se ampara en un ombú, viejo compañero que también se va. Y como no tienen ya nada que decirse, porque se lo han dicho todo, permanecen callados, dejando que el corazón eche el resto. El indio y el ombú, son moléculas de pampa, en medio del extranjerismo exagerado de la Ciudad. Chocan como dos pecas en el rostro inmaculado de una mujer bonita”.
La Plata, 30/07/1998

(A pesar de los años transcurridos de la publicación a hoy, no solo sigue todo igual, sino que podría decirse ha empeorado, siendo lastimoso el estado de muchos monumentos)

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