Entre 1925 y 1928, Aimé Félix
Tschiffely -con “Gato” y “Mancha” -, abrió el camino, marcó el rumbo, pero
sobre todo demostró que se podía
cabalgar las Américas de punta a punta.
A la fecha varios son los jinetes
que han cumplido exitosamente el difícil desafío, inclusive ampliando el
periplo ecuestre, pero que entre ellos hubo una mujer, poco se sabe. Y como
casualmente en este diciembre del Año del Bicentenario se cumplen tres décadas
de su desaparición, veintiséis años después de cumplida su marcha americana, es
que queremos recordarla.
Casi todo lo que de ella sabemos
proviene del libro que publicara a su regreso triunfal en 1954, y ¡por suerte
que lo hizo!, porque de no haber sido así probablemente ignoraríamos su hazaña.
Ocurrió que al iniciar la marcha lo
hizo con el público apoyo de Eva Perón y el reconocimiento oficial del
gobierno, y como aproximadamente al año de su retorno el gobierno fue derrocado
y todo lo de esa época se transformó poco menos que en mala palabra, la hazaña
de Beker fue ganada por el desconocimiento y el olvido.
Pero… ¿quién era esta valiente
mujer?
Bonaerense de Lobería, nació en 1921
en un hogar campesino, con padres de origen letón; luego la familia se afincó
en Algarrobo, partido de Villarino, donde se crió en una existencia chacarera.
Enamorada de los caballos y el
recorrer distancias, su primera “travesura” fue una marcha de 1400 kms., desde La Pampa hasta Luján, en un
doradillo llamado “Clavel” la que concretó en diecinueve días. Luego, en dos
caballos que le hiciera facilitar el Presidente Ortiz (“Zorzal”, un overo
azulejo, y “Ranchero”, un doradillo), recorrió durante diez meses, la geografía
del mapa patrio, denominado entonces de “las catorce provincias”, acabando el
mismo en 1942.
Alentada, aunque no conforme con lo
hecho, y pretendiendo emular a sus predecesores Tschiffely y Soulé, se propuso
unir Buenos Aires, con Otawa, en Canadá.
Al respecto, cuenta Santiago
Ferrari, que tras asistir Ana a escuchar una charla del jinete suizo, al
finalizar la misma se le acercó a saludarlo y le dijo: “Yo voy a hacer el mismo viaje que nos ha contado usted”. Entonces
Tschiffely, la miró asombrado, sonriendo, sin saber que decir. “Sí -insistió ella-. Yo voy a ir a caballo, como ha ido usted, a la América del Norte. Y más
lejos que usted. Iré a Canadá. Me llamo Ana Beker”. Tschiffely se puso
serio y se limitó a contestar: “Me parece muy bien. Pero no pase por el
altiplano”.
No es necesario aclarar que nuestra
heroína no le hizo caso, aunque valga que evocar que no le fue fácil.
Como ya hemos dicho el espaldarazo
de Eva Perón le permitió concretar -a la edad de 29 años- su sueño, y así el 1°
de octubre de 1950, desde la
Plaza del Congreso, daba la puntada inicial de su largo
periplo. Sus dos compañeros, ambos alazanes y de siete años, eran “Príncipe”
(que además era ‘malacara’) y “Churrito”. Al primero se lo había obsequiado
Manuel Andrada, al otro Pedro Mack, y eran ambos caballos de polo.
Cuarenta y cuatro meses duró su
travesía; cuarenta y cuatro meses difíciles, duros, azarosos, en los que debió
vencer adversidades, repechar desamparos, superar indiferencias; visitó
primeros mandatarios, convivió con aborígenes, fue retenida por grupos
insurgentes, y sufrió robos y asaltos.
Distintas circunstancias hicieron
que se viera obligada a utilizar en su andar una media docena de caballos,
encontrándose acompañada de “Furia” y “Chiquito”, cuando el 6 de julio de 1954
desmontó frente a la Embajada Argentina ,
en la ciudad canadiense que se había fijado como meta. Tres años y ocho meses
le había insumido la marcha.
Valga aclarar que montaba en esos
dos guapos pingos de 1951, cuando cruzara por Perú. “Chiquito” era un alazán
‘maneado de atrás’ (de 4 años y medios, al momento de recibirlo), y le fue
entregado por el Ministro de Guerra por orden presidencial. “Furia” era un
zaino con estrella en la frente, y le fue obsequiado por la Guardia Civil y Policía.
El 27 de septiembre de 1954, con el
viaje costeado por la Presidencia
de la Nación ,
en el barco “Río Tercero” arribó al puerto de Buenos Aires junto a sus dos
fieles compañeros, siendo recibida por “una
cantidad regular de gente”, tal lo acotado por el ya citado Ferrari. Entre
ellos un grupo de jinetes encabezados por su inseparable amiga Virginia
Salusoglia, conformaron una recepción emocionante.
Con los años sufrió una internación
en el hospital Español de Lomas de Zamora, hasta que tiempo después fue
trasladada a Bahía Blanca donde residían algunos hermanos, y donde finalmente
falleció en un instituto geriátrico, el 17 de diciembre de 1980 a la edad de 59 años.
Hace algunos años la Biblioteca Municipal
de Lobería llevaba el nombre de “Ana Beker”; esperamos que siga así.
Y digamos por último, que el año de
su fallecimiento, según información periodística de Esther Serruya, “la Cámara de Diputados de la Nación sancionó un proyecto
de resolución para acuñar una moneda de plata y un diploma para honrarla. No
sabemos si esa distinción llegó a tiempo”.
Bien vale, entendemos, evocar a modo
de tributarle honores, a esta criolla argentina que le demostró a los hombre y
al mundo, que los imposibles no existen cuando existen voluntad, tesón y
sacrificio.
Fuentes: su libro “Amazona de las América”
(ediciones La Isla ,
1/1957); “Ana Beker, amazona continental” por Santiago Ferrari (Revista El
Caballo, 11/1954); “Ana Beker no merece el olvido” por Esther Beatriz Serruya (Diario
La Nueva Provincia ,
¿/1981); “Ana Beker amazona de las américas” por Carlos R. Risso (Diario El
Día, 24/12/1998).
(Publicado en el Nº 98 de Revista "El Tradicional")
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ResponderEliminarFantástica mujer. Solo una rica imaginación puede suponer las peripecias que habrá vivido en estas casi 4 años de cabalgata, por caminos y zonas aún hoy difíciles y peligrosas. Hermoso recuerdo y quizá figure el homenaje a Ana Beker en alguna programación oficial argentina. Es merecedora.
ResponderEliminarGracias Fernando por visitar el sitio. Cierto que Ana merece se la recuerde y se le brinde un homenaje.
ResponderEliminarCarlos
Hermosa mujer,merece ser muy recordada por su gran azaña ,mas en esos tiempos,muy emosionada por su gran aventura
ResponderEliminarNo conocía a su historia. Una brillante, aguerrida e indómita mujer. Digna de ser recordada.
ResponderEliminarAsí es. Muy valerosa y tozuda Doña Anita.
ResponderEliminarBellísima historia, ojalá fuera más conocida y tuviera algún tipo de reconocimiento masivo!!!!
ResponderEliminarCalculo que en los primeros días de noviembre tendré impreso un pequeño trabajo de 54 páginas titulado "A Caballo por América - 11 marchas ecuestres", en el que va incluido este artículo.
ResponderEliminarHacemos todo lo posible por difundir nuestra cultura.
Digna de admiración querida Ana y muy poco reconocida. Nosotras como agrupación Mujeres Argentinas a Caballo en la Historia le brindaremos homenaje y haremos lo imposible para que todos la conozcan!!! Gracias por el artículo
ResponderEliminarNo se quien me escribe, pero apoyo ese proyecto. Adelante!!
ResponderEliminarCómo alguien que no conozco puede editar el libro de Ana becker ,sin mi autorización, o por lo menos las regalías correspondientes ,soy la sobrina carnal de Anita
ResponderEliminarMe interesa muchísimo que se sepa toda la historia ,por empezar quien escribió el prólogo no es correcto ella no era letona si no de hija de lituano. Antes de hacer procedimientos legales ,comunicarse con ese mail.
ResponderEliminarEn primer lugar gracias por visitar el sitio. En segundo lugar, más allá de decir "soy la sobrina...", no se con quien me comunico porque no sale su nombre.
ResponderEliminarEn cuanto a "editar el libro de Ana Becker", no se de donde sale, mi artículo nada dice al respecto. Yo aludo al libro que se publicó con su consentimiento en 1957.
No entiendo que quiere decir "quien escribió el prólogo no es correcto...". Su libro lo prologo Clemente Cimorra, que no está citado en mi trabajo.
Impresionante historia me conmovió asta las lágrimas que fortaleza y perseverancia merece ser reconocida. su azaña debería ser leída en las escuelas
ResponderEliminarA la innominada visitante, muchas gracia por el comentario
ResponderEliminarQue historia hermosa la que hizo Ana Becker con sus caballos. No la conocía, sí a la de gato y mancha de los pagos de Solanet. Debiera tener más difusión. Gracias. Saludos
ResponderEliminarEstimado Tocayo Raúl, en 2020 publiqué un pequeño libro de 54 págs. donde cuento de los 11 viajes a caballo que cruzaron América. Publicado el trabajo, encontré otro viaje desconocido que unió el sur de chile con el Vaticano. A veces, cuántas cosas ignoramos!
EliminarGracias por visitar el sitio
Qué Hermosa Historia! Ahora salió un libro de una Periodista que cuenta su historia.. entre la de otras mujeres de otros países que lograron su aventura !.. en lo personal pude hacer mis locuras también.. en el mundo moderno digamos pero superando el que dirán y lo desconocido... siempre que alguna situación difícil se presentaba... pensaba "esto no es para cualquiera" Me hacía sentir viva y que todo tenía sentido... ... supongo que Ana habrá pasado por miles de esas... Saludos desde Santa Lucía Ctes.!
ResponderEliminarHola Grisel, gracias por visitar el sitio y también por tu comentario. Ahora me dejás con la intriga de "tu aventura"
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