martes, 16 de marzo de 2010

MARCHAS ECUESTRES

Con fecha 25 de julio de 2001 (salida simbólica), el señor Eduardo Díscoli, se lanzó a la siempre difícil empresa de unir a uña de caballo, nuestro país con el “gran” (¿) país del norte, con la idea de proseguir, barco mediante, hasta la “madre patria”, donde luego de volver a cabalgar por su territorio, aspira a embarcar nuevamente para, cruzando el Mediterráneo, desembarcar en Marruecos, norte de África, y realizar allí la última parte de su travesía hípica, simbolizando así el retorno del caballo al lugar donde comenzó su largo periplo cuando la invasión de los moros a la península Ibérica.
La marcha de Díscoli, motivó que desde un prestigioso matutino (1) se abordase el tema referenciando la hazaña de Tschiffely, señalando que de cumplir el nuevo emprendimiento en todo con su objetivo, se va a “llegar a superar la hazaña llevada a cabo, en 1925,...”
Esto nos llevó a reflexionar, que sería bueno recordar que la misma ya fue superada una media docena de veces, aunque no se puede desconocer que todos los que se lanzaron a la difícil aventura con posterioridad al viaje del maestro suizo, contaban con la certeza de que la marcha era posible; sólo él enfrentó la incertidumbre o el íntimo interrogante de ¿...se podrá?. Tras su éxito pudieron cambiarse las rutas a seguir o el plan de marcha, pero la barrera del imposible ya había sido derribada en aquellos hoy lejanos años de la década del veinte.
Hurgando en nuestros papeles pudimos armar una síntesis de todas las marchas ecuestres de similar envergadura, que tomaron estado público.
El gran iniciador fue el ya citado Aimé Félix Tschiffely (suizo), quien junto a los nobles “Gato” y “Mancha”, realizó la travesía entre abril de 1925 y agosto de 1928.
Así podemos decir que a 12 años y seis meses de concretado aquel primer viaje, el jinete argentino Marcelino Soulé llegaba a Washington, para agregar inmediatamente la travesía de los EE.UU. de oeste a este, llegando a New York, y de allí al oeste californiano. Utilizó en su hazaña -que se extendió entre 1938 y 1941-, un total de tres caballos.
En octubre de 1950 inició la travesía una mujer: Ana Beker, quien alargó el periplo hasta la ciudad de Ottawa, en Canadá, utilizando en su marcha, que culminó en julio de 1954, un total de seis caballos. Contó para su emprendimiento con el aval de Eva Perón.
Pasarían dos décadas hasta que el caballista de Trenque Lauquen, Alberto Baretta, diera comienzo a lo que denominó “el regreso simbólico del caballo a España”; corría 1971 cuando con dos caballos criollos uruguayos, se lanzó a los caminos. Atravesó América hasta los EE.UU., y allí embarcó hacia España, donde a su arribo, cabalgó hasta la ciudad capital poniendo fin a su emprendimiento en 1976.
Según contara el propio Baretta, en los primeros años de la década del 40, un jinete de nombre Miguel Ricci, con un solo caballo, hizo la travesía de las Américas, iniciando tras cartón el regreso a la Patria ensillando el mismo animal, el que le mataron al estar atravesando Colombia, motivo por el cual dio por acabado su viaje, quedándose por largos años radicado en ese país. A fines de los años 80 estaba viviendo en la ciudad de Mar del Plata.
Justamente por esos años (1987), se inicia el único viaje en sentido inverso: el matrimonio argentino integrado por Margarita Echebarne-Raúl Vasconcellos, unió California con Baradero (Bs.As.), ciudad a la que llegaron en noviembre de 1988. Utilizaron para la marcha dos caballos y dos mulas. (Este es el viaje de menor extensión).
En el mismo año de finalización de ese viaje, desde la muy austral ciudad de Ushuaia , el californiano Louis Brunhke y el ruso Vladimir Fissenko, con cuatro caballos criollos comenzaron una cabalgata cuyo destino final era Alaska, tierra a la que arribaron en 1993.
Por último, ese mismo año de 1993, desde los bonaerenses pagos de Madariaga, se hicieron a la aventura Hugo Gassioles y Héctor Dahur, con dos caballos criollos cada uno. Dahur quedó en México, mientras que Gassioles concluyó el viaje en Washington en 1996.
Es de desear ahora, que Eduardo Díscoli y sus fieles “Niño Bien”, “El Chajá” y “El Chalchalero”, puedan sumar sus nombres a esta casi larga lista de exitosos marchistas ecuestres.
La Plata, 22 de Septiembre de 2002
(Publicado en el N°48, 10/2002, de Revista "El Tradicional")

7 comentarios:

  1. Sr. Risso. Alberto Baretta pasó por Florida (ROU)en el 70.Yo tenía 17 años y me quería ir con él. Mis Padres se opusieron a la idea,para que terminara mi carrera de Magisterio. En su raid por Uruguay,a su paso por mis pagos,dejaba su caballo "Falino", un tordillo, en mi casa. El partió de Paysandú con dos caballos; "Queguay" y "Charrúa". Fue mi primer maestro de guitarra, a la que nunca abandoné.Tengo un recuerdo muy presente de su persona, y su sabiduría. Un abrazo.

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  2. Gracias por comunicarse Sr. Camargo.
    Conocí a Baretta, estuvo algunas veces en mi casa, porque entre 1985 y 1992, co-dirigí una revista llamada "Pa'l Gauchaje", y allí Alberto tuvo una columna, que sería un anticipo de lo que después fue el libro que le editaron en California, EE.UU.
    Sabía de sus caballos criollos uruguayos.
    De regreso de su viaje estuvo largos años radicado en Mar del Plata, y en sus últimos años se había mudado a Santa Fe, donde me han dicho, falleció.
    Saludos,
    Carlos

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  3. Hola Carlos, me intereso mucho su nota, especialmente por que Miguel Ricci es mi tio (hermano mayor de mi madre) y siempre recuerdo las historias que me contaba acerca de su viaje a caballo. Llegue a ver todos los recortes de distintos periodicos que el fue recolectando durante su viaje con entrevistas que el conseguia en cada ciudad en la que paraba para documentar su itinerario. Desafortunadamente, todo se perdio, creo que durante un incendio. Yo vivo en Australia y lamentablemente perdi el contacto con Miguel hace muchos años.
    Saludos cordiales
    Alejandro

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    1. Alejandro, ¡que buena tu comunicación! La única referencia que tenía de "Miguelito" Ricci, incluida una foto que publiqué en "Revista Pa´l Gauchaje", me fue brindada por Alberto Baretta. No tengo precisiones sobre sus andanzas, ni años, ni nombre del caballo, nada de nada. Por eso te agradecería si me querés contar lo que vos recuerdes (de donde era nativo, fecha de nacimiento -aunque sea aproximado-, si era soltero, si tenía familia, etc.), todo lo que ayude a reconstruir aspectos de su vida. Sabiendo cuando partió en su marcha, cuando la concluyó, se podría rastrear datos en diarios de la época.
      Mi correo habitual es carlosraulrisso@yahoo.com.ar
      No hago comercio con estas cuestiones: escribo artículos para diarios y revistas, hablo por radio, doy charlas, hago todo aquello que pueda ayudar a mantener vivas y difundir las costumbres criollas.
      Desde ya agradecido tu contacto desde tan lejos, y te digo, a tus ordenes.
      Carlos

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    2. Hola Carlos,
      Mil perdones por haber perdido contacto. Espero que andes bien y me alegro que este blog siga on-line.
      Saludos cordiales,
      Alejandro

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  4. Sr. Carlos Risso: felicito a usted por tan interesantes reseñas. Encuentro esta columna buscando en internet noticias de un hombre que conoci hace muchos años en Berisso, habia realizado el viaje con la idea de devolver el cabballo a España, pero la idea era ir por Cuba y ahi embarcarse, no tuvo suerte de que el gobierno en ese momento lo apoyara. sin ser de su gusto continuó viaje hacia estados Unidos despertando gran interes y admiracion a tal punto de ser recibido en la casa Blanca por el presidente. Me mostró gran cantidad de fotografías y documentación. nunca mas pude saber nada de él. no recuerdo su nombre y me gustaría saber quien pude haber sido.
    atentamente.
    Jose de "los viajes de Lequetán"

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    1. Estimado José, gracias por visitar la página.
      Según mis investigaciones todos los viajeros que de Agentina llegaran a EE.UU., son los citados en el artículo. Desconozco haya otros.
      Quizás, en Berisso, usted conoció a Alberto Baretta, ya que en un breve período de su vida, estuvo casi radicado por Berisso, con la intención de crear una escuela de equitación gaucha; le habían ofrecido un potrerito sobre la costa del Plata, pero había que desmontarlo y hacer las construcciones mínimo necesarias, y eso lo desalentó. Él "sufría" porque no encontraba en la gente el reconocimiento que entendía merecía su largo periplo ecuestre.
      Después por esta zona hubo gente que se largó a la travesía, que hicieron reuniones recaudando plata, pero que no pasaron de Paraguay; en fin... dicho periplo no es moco e pavo, y a veces no faltan los charlatanes.
      Amigo, quedó a sus ordenes.

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