UN FUERTE
A escasa distancia de la Ciudad de La Plata, sobre la costa del ancho río del mismo nombre, y a unas cinco cuadras del arroyo Doña Flora, en tierras que ayer fueran del ‘Viejo Pago de la Magdalena, y hoy pertenecen al pujante partido de Ensenada, se encuentra erigido inconmovible ante el paso del tiempo el Fuerte de Barragán.
¿Quién no ha escuchado mentar alguna vez a dicho Fuerte? No únicamente lo conocen los habitantes de la zona, sino, que sin pecar de exageración creemos seguros de no equivocarnos, que lo conocen todos los habitantes del País, ya que el mismo jugó un papel importantísimo cuando el avasallante poder imperial inglés pretendió -soberbio- someternos a los designios de su bandera invasora, allá por 1806.
Pero remontémonos más en el tiempo para conocer algo más de su rica historia.
EL POR QUÉ DE BARRAGÁN
Si bien se sabe que después de proceder a la segunda fundación de Buenos Aires, al emprender su viaje de exploración y toma de posesión de las tierras ubicadas al sur del Riachuelo de los Navíos, aquel vizcaíno emprendedor que se llamó Juan de Garay procedió -simultáneamente al ir parcelando las tierras que pisaba- a entregarlas en suerte de chacras o estancias entre aquellos que lo acompañaban, no se tiene la certidumbre de quien fue el agraciado con las tierras de la zona del fuerte, ya que los designios del tiempo, quizás para poner una pizca de misterio, han podado dicho dato o lo han ocultado hasta el presente.
Sí se sabe, que hacia el fin de la centuria del 1500, las tierras próximas a la Isla de Santiago fueron dadas en merced al Alférez del Cabildo, don Bartolomé López, por Hernando Arias de Saavedra; y ya con mayor precisión en l629 las mismas fueron adquiridas al citado alférez por Don Antonio Gutiérrez Barragán, de quien y desde aquel entonces, la zona heredó su nombre.
SU NACENCIA
Mucho agua lobuna ha zarandeado el Plata desde entonces, y muchos hechos trascendentales para la historia se han desarrollado en su zona de influencia.
Según reza el monolito erigido para recordar su fundación, la misma acaeció en el año 1731 por orden del Gobernador de Buenos Aires, Don Bruno Mauricio de Zabala.
Ya en el año 1727, en base al reconocimiento del Río Santiago y adyacencias efectuado por el Piloto Juan Antonio Guerrero, se tuvo la certeza del lugar apropiado para erigir un fuerte que sirviera en la defensa de la ensenada, ya que todo indicaba que la misma era el lugar ideal para el desembarco de cualquier fuerza invasora que intentara tomar por asalto la ciudad de Buenos Aires, teniendo en cuenta además, la proximidad a ésta.
Por ese entonces y transcurridos 100 años de las compras de esas tierras por Gutiérrez Barragán, pertenecían las mismas a un nieto suyo, el Sargento Mayor Pablo Barragán.
A los tres años de su instalación, el Fuerte vive quizás su bautismo de fuego cuando tras intensos combates la guarnición propia consigue rechazar una intentona portuguesa de invasión.
Originariamente el fuerte constaba en su perímetro de una muralla de adobes cocidos y algunos cañones. Sesenta y ocho años después con motivo de la declaración de guerra entre España e Inglaterra el mismo fue ‘modernizado’ reparándoselo y adosándole nuevas baterías. Si bien fuertes crecientes del Plata lo dañaron seriamente a los pocos años, por orden del Virrey Márquez de Loreto fue reconstruido y provisto de nueva artillería, continuando su mejoramiento con posterioridad, como el acontecido en el año 1800, figurando como dato curioso que para la concreción de tales trabajos se trajeron indios de las Misiones.
Y así, viajando por las huellas del tiempo nos hemos acercado al año 1806, cuando encontrándose a su mando Don Santiago de Liniers, sus baterías abrieron fuego sobre la escuadra invasora inglesa, jugando el Fuerte de Barragán un papel principalísimo en aquella primera invasión.
REPRESIÓN DEL CONTRABANDO
Desde su fundación, el Fuerte tuvo intenso accionar en la lucha contra el comercio ílícito que desde antiguo se llevaba a cabo, apoyado fundamentalmente por los portugueses, el que se había acrecentado cuando aquellos fundan la Colonia del Sacramento en la banda oriental del Río de la Plata (hoy República Oriental del Uruguay), población que les servía como base general de sus operaciones. Pero en las mismas -ya en gran escala- no solo intervenían los portugueses, sino que también operaban franceses e ingleses muy interesados en ganar mercados para sus crecientes industrias, como así también no pocos comerciantes españoles, que gente inescrupulosa la ha habido en todo tiempo y lugar.
Una vez instalado el Fuerte, la situación sufrió un cambio como que desde el mismo salían contingentes armados en embarcaciones ligeras que atacaban a los navíos de los contrabandistas, con lo cual ya quitaban la impunidad con que habían actuado hasta entonces; asimismo no faltaron las ocasiones en que las embarcaciones que salían del Fuerte llegaran a atacar la mismísima Colonia, en la otra vera del Río.
ÚLTIMOS HALITOS DE VIDA
En los tramos finales de la Guerra con el Brasil, al librarse la batalla de Monte Santiago, el Fuerte vive aunque algo indirectamente la intensidad de las acciones.
Sus últimos e importantes escarceos militares, los sobrelleva cuando impuesto el bloqueo francés, se lo repara, se le asigna dotación de hombres y embarcaciones para su defensa.
El hecho de que una vez finalizado dicho bloqueo el estuario del Plata no se viera sacudido por otros acontecimientos bélicos, hizo que el tiempo lo cubriera con un tenue manto de olvido, pero de pie, hasta llegar a nuestros días.
EL PRESENTE Y LA POESÍA
En la actualidad, conservando su prestancia gallarda y soberana de ayer, en lo que fuera su Comandancia, se encuentra el “Museo del Fuerte”; asimismo permanecen altivos parte de sus muros originales, como también las dos garitas que servían de refugio a los centinelas y que se levantaron por 1801.
Y entendiendo que en todo esto más allá de su pasado agitado y heroico hay un algo epopéyico y poético, es que queremos terminar esta sencilla reseña, dándole la palabra a la poesía; a aquellos que vertieron trovas en su honor; los que resumieron en una estrofa, años de vida; como cuando el ensenadense José Mauricio García (“Coco” – 1926 / 1995) dice de él en la huella “Tropiando Recuerdos”:
“Atrás quedan las lomas,
el bajo acaba;
ayí está el ‘viejo fuerte’
yegué a Ensenada.”
“En busca de tu historia
mis güeyas van;
juiste estancia y paraje
de Barragán.”
O como dice Roberto Coppari en estas estrofas de la zamba “Juerte Barragán”, con las que ponemos el punto final.
“Tu pasaje por la historia
parece de mis paisanos;
sufrido, sangre y coraje
y en la paz sencillo y manso;
Juerte Barragán, tus sueños
son sueños de tus hermanos.”
“Gaucho Juerte Barragán
te quiero brindar mis flores,
pa’ que no te hallés tan solo,
pa’ poder gustar tu nombre;
de tus agallas supieron
prepotentes invasores.”
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La Plata, 9 de octubre de 1982
(Publicado en Revista El Tradicional Nº 77)
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