Por entonces, la información que recibía en la escuela hablaba de
“salvajes” referido al indio, y de “primera dictadura” para referir a la época
de Rosas.
No puedo explicar porque ambas cosas no me convencían, ni nunca las
tomé en serio.
Amante del gaucho desde siempre, intuía también que gaucho e indio no
eran “hermanos”, y sí más vale, “enemigos” por intereses de terceros que los
enfrentaron.
A partir de 1492 la imposición de la conquista fue total, y así hoy
cada nación de América tiene por lengua, la que era propia del que ejerció la
colonización en cada región. En nuestro caso, el idioma español.
Todo nos impuso el conquistador, al extremo que son muy pocas la
voces de pueblos aborígenes que pasaron al lenguaje habitual.
Ya que soy un hombre vinculado a las “letras”, tengo plena
conciencia que todas las formas poéticas son hispánicas; nuestro mérito, o
mejor dicho, el de los hombres que nos procedieron, ha sido darle identidad
propia al contenido.
Si bien no soy de los que se rasgan
las vestiduras en favor del indio, tengo plena conciencia de que era el dueño
universal de todo lo existente en este “nuevo mundo”, y que se cometieron
atrocidades en nombre de la “civilización”, pero más que nada: en pro de la
riqueza fácil.
Quienes abrazan la “causa aborigen”
como cuestión fundamental, primero tienen que tener en claro que en esta
América nada les pertenece, ni el aire que respiran, y deben ejercer un renunciamiento
total.
Conceptualmente no llego a tanto, a
pesar de lo cual he escrito cosas, como este triunfo “Pa’l Indio” que compuse a
los 18 años, y que mucho después musicalizara Saturnino López Satur y grabara
Alberto Durán:
(*)
“Pa’l
Indio”
(triunfo)
I
Pobre el indio ‘e mi tierra
tan perseguido,
¡qué digo siempre corrido!
Eran tan argentinos
como nosotros,
¡pero eyos eran más potro!
Viendo invadir sus tierras
las defendieron
¡qué digo que se ofendieron!
Dieron muchos malones.
¡Qué cabayadas!
¡Dejaban las rastriyadas!
Estribillo
Pero van los melicos
y los sablearon...
¡Mire como los dejaron
II
A los indios corrieron
hacia otras tierras,
¡que digo si los destierran!
Los “señores” contentos
por la ciudá,
¡miren que barbaridá!
Dispués dicen del indio
que son salvajes,
¡les dicen que son salvajes!
Y en vez de algo enseñarles
como argentinos,
¡los echan a otro destino!
Estribillo
¡Pucha, digo que cosa!
Indio tu mano
¡qué digo que soy tu hermano!
Y no ha sido lo único que escribí,
pero el paso del tiempo hace que lo valore, por la claridad de conceptos que
tenían siendo tan joven. Unos diez años después escribí “Tubichaminí” (que forma parte del trabajo integral "Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena"), y creo
que hay allí una síntesis de lo que fue la conquista, especialmente en esta
región bonaerense que carecía de riquezas en oro y plata.
TUBICHAMINÍ
Cuando pisó Garay tus
criollos lares
tomando posesión por su
‘monarca’,
la agreste soledad de tu
comarca
ignota tribu secular
poblaba,
y el cacique que la
gobernaba
a su modo tribal, era el
patriarca.
Dos mil indios de lanza más
la chusma
tenía el pueblo de la nación
pampa.
Su espectro por la zona aún
acampa
y quizás mi recuerdo le
salpique
a Tubichaminí, que fue
el cacique,
la prestancia cobriza de su
estampa.
Sometido por armas o
palabras
(a sable y mosquetón... o a
crucifijo),
todo el pueblo, de Dios,
pasó a ser hijo:
primero ‘reducción’...
Después ‘curato’...
Hasta que sabe Dios -no
existe el dato-
el tiempo se llevó lo que
bendijo.
¿Qué habrá sido de Tubichaminí?
¿De su pueblo diezmado...
qué habrá sido?
¿O es que a pesar de haberse
sometido
los tragó la ambición de la
conquista?
Quizás que hoy al mentar,
paso revista
de algunos hechos que
tronchó el olvido.
¿Dónde andarán tus huesos,
mi cacique...?
¿De tu pueblo diezmado...
qué habrá sido...?
(*) "Pa'l Indio" fue grabado por Alberto Durán, en 1997
(*) "Pa'l Indio" fue grabado por Alberto Durán, en 1997
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