jueves, 28 de junio de 2012

CHAZARRETA - El Patriarca del Folclore


Abril y mayo son meses aniversario en la existencia de uno de los grandes hacedores de la cultura popular de nuestro país, como que el 28/05/1876 marca el nacimiento y el 24/04/1960 cierra el ciclo vital de ese patriarca llamado Andrés Chazarreta, o simplemente, “Don Chaza”, como lo denominaban sus íntimos.
No ha de llamarnos la atención que el 40º Aniversario de su fallecimiento pasara prácticamente inadvertido, ni nos sorprenderá que no sea recordado su natalicio, que a veces solemos ser así de ingratos con “nuestras glorias” (¿O los que se olvidan son en realidad los grandes medios…? ¿O es que será responsabilidad del Estado velar por la memoria del pueblo…?).
Nacido en el viejo Barrio de La Merced de la Ciudad de Santiago del Estero -templo predilecto de Juan Bautista Ibarra, reedificado bajo su dirección en 1836, al decir de Alén Lascano-, ocupó la casa de la calle 24 de Septiembre Nº 428, junto a Doña Andrea y Don Dolores -sus padres-, y sus hermanos. Pero su propia vida hogareña y familiar transcurriría en la casa de la calle Mitre Nº 127, donde casi en la madrugada de un Patrio 25 de Mayo lo sorprendió el silencio.
Esa casa sería luego transformada en “Casa Museo”, y como muchas cosas que suelen pasarnos, anda viviendo las horas del “¿cómo sobrevivir?”.
Copiamos a León Benarós para describirlo en su senectud: “Era en sus años finales -murió pasados los 84- una especie de algarrobo padre, nudoso y ceñido, que había tomado los tintes morenos de su tierra santiagueña, soleada y sufrida. Tenía las manos sarmentosas, pero hábiles aún para la guitarra”.
Él mismo consideraba al año 1905 su momento de inicio “en el rescate tradicionalista con la recopilación de la célebre ‘Zamba de Vargas’. Esta labor no habría de interrumpirse a lo largo de cincuenta años, en cuyo curso habría de volver al pueblo más de 40 danzas que, de no haber sido por él, hoy estarían irremisiblemente perdidas”. (Lázaro Flury, La Capital de Rosario, 8/1955).
Contaba 20 años cuando se graduó de maestro normal, y ejerció la docencia y la dirección de escuelas hasta su jubilación; también fue Secretario del Consejo General de Educación de su provincia, como además, Presidente de la Comisión de Folklore de Santiago del Estero.
Pero su trascendencia la adquiere no por la docencia (donde mucho aportó), sino en la difusión de las expresiones musicales provincianas; y en ello juega un papel primordial la creación, en 1911, de su “Compañía Criolla”, con la que luego de descollar en su pago, asombraría a la propia Capital de los argentinos, despertando y alentando un movimiento que hizo reverdecer el sentimiento terruñero en muchos corazones y en dispares sitios.
Ni el ser bonaerense ni el encontrarme inmerso en las cuestiones propias de las surerías, pueden hacerme cerrar el pensamiento para no recordar al insigne santiagueño que tanto bien nos ha hecho a todos.
¡Descanse en paz, maestro!, aún somos muchos los que sabemos el significado de su nombre.
La Plata, 06/05/2000
(Inédito)

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