La gratificante circunstancia de encontrarme colaborando con “La Taba ”, me permitió conocer y
pasar varias horas de un inolvidable domingo, en la Estancia “Los Talas” de
la familia Furt, en Luján.
El domingo 4 del pasado noviembre (Refiere: AÑO 2000), guiado y acompañado por Nicolás
Luna, y junto a Alberto Zárate y Julio Rodríguez Ledesma, merced a una previa
invitación de la Sra.
Etelvina Furt de Rodríguez, llegábamos para sorprendernos, a
tan antigua estancia porteña.
Pero no es el caso de abordar referencias vinculadas al establecimiento
pastoril (tarea para la que comprometemos a nuestro Director), sino más bien, a
un ilustre visitante, de quien en el pasado enero se han cumplido 150 años de
su fallecimiento. Me refiero a José Esteban Antonino Echeverría, o más
simplemente como ha trascendido el joven “romántico”, Esteban Echeverría, quien
falleció a la edad de 45 años.
Este prestigioso hombre de las letras y el pensamiento argentino, fue
un privilegiado visitante de “Los Talas”, aunque a veces en circunstancias más
próximas al ostracismo y ocultamiento, que al placer del descanso en tan
encantador sitio.
Este, tras su estada europea de casi un lustro en que residió en París,
regresó al Plata en 1830 embuido de los movimientos vanguardistas en boga en la
capital francesa, y dispuesto a difundirlos en estas latitudes, tuvo la
originalidad de tomar elementos de contenido autóctono para expresar las nueva
formas, movimiento que se conocerá como “romanticismo”.
La historia y la leyenda se mezclan para referir que producida la Revolución del 39, más
conocida como “Los Libres del Sud”, Echeverría, para alejarse de las iras
rosistas (desde la poesía y el pensamiento escrito -El Dogma Socialista-
militaba en el unitarismo, bando opositor al del Señor de “Los Cerrillos”),
buscó refugio en el predio de su amigo y correligionario Don Mariano Biaus,
dueño entonces de “Los Talas”.
Se sabe que allí escribió el poema “La Insurrección del
Sud”, alusivo a la citada revolución, según lo consigna Don Jorge Furt, pero
otros investigadores van más lejos y aventuran que a esa estadía corresponden
también los borradores de “La
Cautiva ” e incluso de su cuento “El Matadero”, contribuyendo
a estas suposiciones y confusiones el hecho de que no fechara sus escritos,
aunque el último bien podría estar redactado por esa época.
Lo cierto es que Echeverría, al reparo del monte de “Los Talas” y en
tan solariega edificación pampeana, se inspiró y escribió parte de su obra ...o
al menos algo...
Haber pisado y recorrido las habitaciones que la tradición familiar ha
mantenido vigente como que fueron las que utilizó el escritor, me posibilitó
volver a experimentar la misma y extraña sensación que tuve al visitar en la Estancia “El Talar”, en Navarro,
la habitación en que pasó sus últimas horas Dorrego, o en “La Esperanza ” en Bavio,
Magdalena, el lugar donde reposara de las penurias de la Guerra de la Independencia , el
bravo Tnte. Cnel. de San Martín, D. Miguel Cajaraville.
Quizás sólo me parezca a mi, pero hay una cierta sensación atemporal,
que pareciera nos introduce en aquel tiempo del pasado.
Echeverría había nacido el 2 de septiembre de 1805, quedando huérfano
de padre a temprana edad, a pesar de lo cual pudo, tras cursar las primeras
letras, ingresar en 1820 al Colegio de Ciencias Morales, donde estudió por
espacio de 3 años, hasta que cuestiones ajenas lo llevaron a abandonar los
mismos para conchabarse como dependiente de aduana en un comercio de plaza.
Justo es decir que aunque no comulgue con su estilo poético y su
ideario, se ha ganado un respetado lugar en la historia Argentina, de allí
entonces mi emoción de haber caminado por donde él lo hubo hecho.
Emigrado, falleció en Montevideo, víctima de problemas cardíacos que lo
aquejaban desde varios años antes, el 19 de enero de 1851.
...y el “Pago del Arbol Solo” fue testigo de su paso y de su obra...
Fuentes:
Esteban Echeverría, por Ramón Villasuso, Ed. Sopena
(1944)
“La
Cautiva ” de Echeverría, por Juan Carlos Ghiano, Emecé
Editores (1966)
“El Matadero” de Echeverría, por Juan Carlos
Ghiano, Emecé Editores (1967)
(Publicado en "Revista La Taba" Nº 17 de 02/2001)
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