lunes, 9 de julio de 2012

ENRIQUE UDAONDO - custodio del ayer


Atento a que se ha cumplido el Cincuentenario de su Fallecimiento y poco y nada se lo ha recordado, es que nos parece oportuno rescatar esta nota de 11 años atrás, publicada por "Revista La Taba" de Luján en su Nº 18 de 4/2001

Tiene Luján en la evocación de Don Enrique Udaondo, la presencia indudable de un hijo pródigo aunque no fuese éste nacido en su seno; pero es innegable que fue él una de las personas que más contribuyó para la difusión de su nombre, a través de la vasta e importante obra que llevó adelante, la que acercó y continúa acercando hasta sus calles, cantidades de turistas dispuestos a conocer sus “tesoros”, y de investigadores urgidos por verificar sus estudios.
Hijo de Don Melitón y Doña Adela Peña, nació Enrique en la Ciudad de Buenos Aires, el 11 de junio de 1880, justo cuando la misma celebraba tres siglos de su fundación. ¿Por qué no pensar entonces que esta coincidencia lo marcó con ese afán por descifrar la historia y conservar sus testimonios que lo acompañó toda la vida?
En colaboración con el Dr. Adrián Becar Varela y auspiciado por el Municipio de la Ciudad Capital, para el Centenario de la Revolución de Mayo publica su primera obra: “Plazas y Calles de Buenos Aires – Significado de sus nombres”.
Y si bien fue un escritor e investigador enjundioso capaz de encarar obras de largo aliento, su nombre ha trascendido más bien por su pasión conservacionista de los testimonios del pasado, a los que se abocó con verdadero ahinco, siendo padre y creador de numerosos museos.
Pero su obra cumbre está allí, en Luján; en ese Luján, decía al principio, que lo cuenta como hijo pródigo.
Fundador e impulsor del Museo Colonial e Histórico, fue su director (ad honorem) y por muchas décadas, desde la inauguración el 2 de julio de 1923, al punto de poder definírsele diciendo simplemente: “le dedicó su existencia”.
El museo, que en sí había sido creado por decreto del 17/12/1917, se ubicó y allí permanece, en el edificio del “Cabildo de la Villa de Luján”, al que se le anexó la construcción conocida como “Casa del Virrey”, en virtud de que en ella supo alojarse el Virrey Marqués Rafael de Sobremonte, casa en la que entre 1830-1845, vivió el también célebre doctor Francisco Javier Muñiz.
Para la restauración y adecuación de dichos históricos edificios a su nueva función de entorno museológico, colaboró con Udaondo el Arq. Martín Noel.
Esto sería en su origen, ya que posteriormente se le fueron agregando otros edificios hasta llegar a ser el inmenso complejo de la actualidad.
Pero no satisfecho don Enrique con esta inconmensurable obra, se dedicó a difundir su visión protectora del pasado, forjándose y naciendo a su influjo, una serie de nuevos museos. Tales los casos del Museo Pampeano de Chascomús (7/11/1939), Museo y Parque Criollo Los Libres del Sur de Dolores (29/10/1940), Parque Criollo y Museo Gauchesco ‘Ricardo Güiraldes’ de San Antonio de Areco (16/10/1938), sin olvidar otros en que también intervino.
Pero paralelamente a su actividad de museólogo, desarrolló afanosamente su labor de investigador e historiador, dando a la imprenta obras como: “Los Congresales de Tucumán” (1916), “Uniformes Usados Por Nuestro Ejército” (1922), “Árboles Históricos”, “Diccionario Biográfico Nacional” (1938), “Diccionario Biográfico Colonial Argentino” (1945), por mencionar sólo una parte de su amplia obra.
Por su labor de activo historiador ocupó varias veces la vicepresidencia de la Academia Nacional de la Historia, y fue asimismo un precursor en la tarea de identificar y marcar los sitios de valor histórico en la provincia de Buenos Aires.
Por cuestiones similares fue que se lo distinguió con la Presidencia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.
Hace poco, un miembro de la Academia de Historia recordaba cuando en 1934, viendo Don Enrique en la Plaza de Luján, a un joven pintor llevar a la tela la fachada del histórico cabildo, le ofreció realizar pinturas y efectuar restauraciones en telas existentes en las colecciones del Museo. Ese joven era Liber Fridman, y estimulado por Udaondo aprendió restauración al lado del maestro restaurador Zuliani, en Milán, quien ante sus aptitudes lo tomó como ayudante.
Inferimos aquí que vislumbró Udaondo el potencial del entonces novel artista, sirviendo su apoyo inicial para que aquel dedicara su vida al arte siendo un colaborador del Museo.
Si hubo una vida abnegada y dedicada a preservar los testimonios del pasado, esa fue la de Udaondo, quien dejó de existir en Buenos Aires próximo a cumplir 82 años, el 6 de junio de 1962, aunque vive perpetuado en su valiosa obra.
La Plata, 18 de enero de 2001
Bibliografía
Guía de Museos – Pcia. de Buenos Aires – Minist. de Educación (3/1958)
Boletín Instituto Bonaerense de Numismática (11/1962)
Diccionario Biográfico, Histórico y Geográfico – El Ateneo (8/1997)
La Nación – El pintor de un modelo literario, por R. Elissalde (13/05/2000)

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