¿Pa' hablar en gaucho...? ¡TITO SAUBIDET!
Para quienes gustan interiorizarse en los
pormenores de la antigua forma de hablar y las expresiones del hombre de la
campaña pampeana, o para quienes buscan aclarar voces encontradas en textos de
cuentos, novelas y poesías, hay un libro que les resulta de suma utilidad por
lo esclarecedor, didáctico y educativo; esa obra se titula “Vocabulario y
Refranero Criollo” y es su autor Tito Saubidet.
Es el suyo un nombre y apellido fácilmente
identificable entre la gente amante del tradicionalismo, pero poco se conoce de
él más allá de que es el autor de la ya citada obra. Entonces, rastreando
datos, es que trataremos de trazar una semblanza evocativa.
Tomas María Saubidet Gache, tal su verdadero y completo nombre, vino a la
vida en Buenos Aires, el 19/04/1891, en el matrimonio de Tomasa Gache Solveyra
y Alberto Saubidet Díaz de Vivir, manteniendo en su niñez un íntimo contacto
con la vida rural “...en campos del sur de la provincia” según su propio decir, donde supo seguir el rumbo que le marcara su
tío y padrino, Don Santiago Luro.
Cursadas las escuelas primarias y secundarias,
inició estudios universitarios en la Facultad de Ingeniería, pero al ser beneficiado
con una beca del gobierno nacional, viaja a Europa y se gradúa en la Escuela Especial
de Arquitectura de París, Francia, en la que luego dictará cátedra por más de
10 años (1918/1930).
Ya en Europa, es entre los años del primer
conflicto bélico (1914/1918), “corresponsal de guerra” para un medio
periodístico colombiano. Acá vale acotar que dibujos y acuarelas de su autoría
representando escenas de dicha guerra, integran la sala Leblane, del Museo de
Guerra, en el Palacio de los Inválidos de París.
Dedicado a las artes plásticas desde temprana edad,
obtiene en 1914 el Primer Premio en el “Concurso de Afiches para el Salón de
Artistas Humoristas de París”. Años después resulta Diploma de Honor, primero,
en la “Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industrias Modernas, de
París (1925), y también en la “Exposición de Bellas Artes de Burdeos”, Francia
(1927).
Con motivo de la presentación de Carlos Gardel en
el Teatro Florida de París, en el año 1927, Saubidet, realizó siete
grandes decorados al óleo para la escenografía. Así también confeccionó seis
grandes decoraciones y la construcción de pabellones y restauran -entre otras
dependencias-, en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla, en 1929.
Pero no habría de quedar allí la actividad cultural
de éste argentino, y tras el largo periplo europeo, al sentir el llamado
ancestral de la tierra, regresa a la
Patria (aproximadamente 1931), para dedicarse de lleno a la
actividad rural, para volcar su actividad plástica a lo telúrico, y por último,
para incursionar en la literatura costumbrista con una obra que lo ha
trascendido.
Se vincula al quehacer gauchesco y hacia enero
de1937 sabemos que registraba como “socio especial” del Círculo Tradicional
“Leales y Pampeanos” de Avellaneda.
Ya en suelo bonaerense, al decir de Justo P. Sáenz
(h) -su amigo-, se somete a un “...voluntario aislamiento de tres lustros en el
fondo de los campos de Tapalqué (...) Allí a caballo, de poncho y botas,
cantándole al oído el susurro de la brisa entre el cortaderal, rememoró el ambiente
que conociera en su niñez y cuyo recuerdo siempre había guardado con unción de
convencido (así) se reencontraba
con su espíritu”.
Vuelca entonces toda la técnica de
la pintura adquirida en la vieja Europa, para reflejar en el lienzo escenas
camperas de un verismo que asombra sacando de su paleta los colores exactos de
una realidad solo posible de captar por quien conoce, quiere y respeta las
cosas gauchas, por encima de ser un buen artista.
Fruto de esta actividad creadora son cuadros como
“Volviendo con la tropilla”, “Echando al medio”, “La tropa”, “Un resuello y un
mate”, “Abriendo la tranquera”, “Acomodando los cueros” o “Para el palenque”,
entre muchos más.
En este aspecto realizó exposiciones en la Galería Moody , como
por ejemplo las tituladas “Motivos Camperos” (1937) y “Motivos Gauchos” (1938);
también expuso en Viau, Van Riel, Vieux París y Witcomb (74 cuadros en 1952),
todas de Capital, sin olvidar sus muestras en Barcelona, París, Bruselas y
Londres.
Esta actividad lo llevó a ilustrar la edición del
Martín Fierro de Domingo Viau, habiéndose utilizado obras suyas para la
ilustración de otras obras como lo son “Pelajes Criollos”, de Emilio Solanet y
“Un Hombre de Campo”, de Aarón Esevich.
Hombre de aguda observación, de su contacto directo
con peones, reseros y domadores, no solo obtuvo material para sus cuadros, sino
que además, según él mismo nos cuenta: “...teniendo la suerte de
observar en mi niñez gauchos auténticos, de los que ahora quedan pocos (acotamos que esto escribe en 1943) así pude conocer
sus usos y costumbres, y apreciar la belleza, exactitud y originalidad de su
lenguaje”. (El destacado corre por
nuestra cuenta).
Esto último lo llevó a compendiar las voces y
expresiones que consideró más importantes, y que hacen, según su afirmación: “a voces y
modismos observados en usos y costumbres de los paisanos de la provincia de
Buenos Aires en su zona sur”, ya que
da por descontado la existencia de voces y modismos distintos en otras regiones
del País.
En el último párrafo de su “A modo de prólogo”, le
agradece el aporte a Don Julio Casares, estanciero criollo de Tapalqué; y al
respecto, en conversación que mantuvimos con Omar Menvielle (“Moro”, para su
familia y amigos), hijo del notable poeta, nos contó que sabía por su padre,
que Casares, un hombre muy criollo y conocedor de cosas de antes, y “muy buen
pialador”, fue una de las fuentes principales y que su aporte fue más que
importante.
Favorecido por su condición de dibujante, acompañó
profusamente con demostrativas ilustraciones, el significado de las palabras,
enriqueciendo la obra.
Su libro “Vocabulario
y Refranero Criollo”, fue publicado por la
Editorial Guillermo Kraft Ltda. en 1945, apareciendo en un
lapso de 15 años, seis ediciones; siendo luego reeditada por Librería Editorial
Palumbo, y más recientemente por Letemendía Editor.
Creemos que esta obra, junto
a “Habla Gauchesca” de Mario Aníbal López Osornio, a”Voces y Costumbres del
Campo Argentino” y “Diccionario del Martín Fierro” de Pedro Inchauspe, y la muy
reciente -2004- “El habla paisana” de Rafael D. Capdevila, constituyen la base
indispensable para conocer sobre la exacta forma de expresarse de nuestro
hombre de campo. Y al respecto acotamos una última frase del autor: “No debemos
menospreciar el habla rural; si la estudiamos con empeño y cariño sacaremos de
ella una grande y útil lección. El paisano, dentro de su restringido campo
ideológico, tiene un léxico pobre y limitado, pero en la expresión de sus ideas
lo usa con una precisión y sobriedad que no posee la mayoría de los escritores
de la ciudad, que aún no han sabido libertarse de la verborragia peninsular”.
Este arquitecto, pintor, ilustrador, recopilador y
sobre todo ¡gaucho de espíritu!, falleció en la
localidad de Olivos hace ya medio siglo, el 19 abril de 1955.
Nota: La
base de este artículo, ahora corregido y aumentado, apareció en Revista”Pa’l
Gauchaje” Nº 23, en 7 /1987.
Fuentes
de información:
Revista
El Caballo Nº 105 (10/1952) y Nº 136 (5/1955)
Quién es
Quién en la Argentina
Gran
Enciclopedia Argentina, de Diego Abad de Santillán
Charla
con Omar Menvielle (h), el 19/09/2000
(Publicado en Revista De Mis Pagos Nº 21)
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