ORIGEN
Único retrato conocido del heroe |
El 5 de abril de 1813, a los 18 años,
sentaba plaza de “cadete” en el recientemente formado Regimiento de Granaderos
a Caballos, el joven Miguel de los
Santos Cajaraville; como era obligación en esos casos, aporta el uniforme,
las armas, la montura y para su silla dos caballos “colorados” elegidos en la
estancia paterna de la
Magdalena.
Había nacido el 5 de julio de 1794,
integrando un conjunto de seis hermanos, tres mujeres y tres varones.
Las noticias que traen los
historiadores en ningún momento refieren el nombre de la estancia, pero sí se
sabe que en 1796, el español Don Andrés Cajaraville (casado con la porteña
María Engracia Miguens y padres del soldado), compró al Presbítero Antonio
Rodríguez, una fracción de tierra situada en “los Montes Grandes, pago de
Magdalena”, con frente al Río de la
Plata por 3.5 leguas de fondo, cuyo origen se remontaba a los
repartos de mercedes efectuados por Juan de Garay en su entrada a las tierras
del sur después de refundar Buenos Aires.
Geográficamente la “merced” se sitúa
casi paralela y al norte de la
Cañada de Arregui.
Conocí el apellido desde mi niñez
–aunque mal pronunciado como Cajaravilla-, porque a la misma zona corresponden
mis mayores, pero nunca había asociado al mismo con la gesta sanmartiniana.
Hasta que ocurrió -a fines de los 80-, que revisando una colección de “Revista
El Caballo”, encuentro en el ejemplar N° 124 de mayo de 1954, un breve
comentario titulado “Decano” firmado por “Scissors”, donde se refería a “un noble e histórico caballito criollo”,
con el cual el soldado “Caxaraville”
había realizado la campaña del Ejercito del Norte y de los Andes, y retornado
con él al “establecimiento de campo que
poseía en el pago de la
Magdalena ”.
El hecho me asombró y picó mi
curiosidad: ¿un soldado y un pingo en el heroico Regimiento de Granaderos, y de
mis pagos…?
A partir de entonces comencé a
prestar atención a todo escrito en que apareciese citado el militar, y
recapacitando, en el monolito erigido en diciembre de 1978 a la entrada del pueblo
de Bartolomé Bavio, en la intersección de la Ruta 54 y la calle de acceso al Cementerio -bautizada
Cajaraville-, en el que en una placa de bronce se transcribe parte de la arenga
de San Martín en vísperas de Maipú, cuando refirió que el enemigo “…viene al sepulcro que ya le han abierto
los valientes granaderos al mando del Guapo Cajaravilla…”.
Recién entonces asocié la historia
con el apellido que conocía.
Y cuando ya había recabado bastante
información, recurrí a los buenos oficios de mi prima hermana Mirta Espinel,
residente en Bavio, quien intercediendo ante la propietaria de lo que restaba de
la vieja estancia, me concertó una entrevista.
Y así fue que un domingo de
principios de 1999 fui recibido y deferentemente tratado por María Angélica
Cajaraville (Keka), con quien almorcé en el viejo casco de “La Esperanza ”. El mismo se
ubica a unos 5.5 kms. del pueblo, sobre Ruta 54, a mano izquierda yendo
hacía Ruta 36, casi enfrente de la Escuela
Agraria , establecimiento que tenía arrendadas las 80 has. del
predio.
En poder de familiares existían
otras fracciones, fruto de las sucesivas divisiones ocasionadas en las
múltiples sucesiones.
La cuestión es que allí se
encontraban las construcciones fundacionales de la estancia, que en poder de
los Cajaraville acreditaban ya dos centurias.
Por entonces “Keka”, devota
católica, había donado su propiedad -conservando el usufructo- a la obra “Madre
María Tres Veces Milagrosa”, creada por el Padre Carlos Cajade.
La población se componía de un
señorial casco de sólida mampostería, con azotea de tejas y sobre ésta el
clásico mirador, construcción que su dueña databa como de 1870 (ver foto). Pero
lo más interesante es que tras éste, como si continuase el ala izquierda del
casco, se encontraba el largo rancho, aún en pie aunque algo enclenque, que
fuera población principal cuando el soldado se refugió en él junto al “colorado
Decano”, buscando restablecer cuerpo y espíritu, después de siete intensos años
de marchas y combates, en los cuales, hacia mediados de 1818 según apunta el
historiador Jacinto Yaben “…enfermó de un
tabardillo, enfermedad mortal por entonces…”.
Dicho rancho, construido en grandes
ladrillos asentados en barro -según “Keka”, fabricados en un puesto de la
estancia provisto de horno a tal efecto-, estaba techado a dos aguas, con la
particularidad de estar el mismo recubierto por tejuelas madera de 40 x 15
cms., llamadas “ripias”, que al decir del Arq. Carlos Moreno, investigador de
construcciones rurales que lo había visitado con anterioridad, era el segundo
techo con esa particularidad que había relevado en la provincia, acotando que
dichas tejas se importaban del Reino Unido. Muchos años atrás, el padre de
“Keka” había hecho recubrir el techo con chapas de cinc, ignorando quizás que
estaba protegiendo una reliquia.
En ese rancho, dividido en tres
ambientes, se recluyó el soldado enfermo, y según conjeturas del historiador
lugareño Don Raúl Affranchino, el ambiente del extremo oeste (opuesto al
casco), transformado en establo o box -según se quiera- habría sido destinado a
alojar al servicial “Decano”, “el mejor
caballo del ejército patriota enseñado para la guerra” tal lo evoca el
Cnel. Manuel Pueyrredón en sus “Memorias”.
En aquella visita pude observar un
antiguo plano de la estancia, muy anterior a las sucesiones que la finiquitaron, y un interesante árbol
genealógico, que costó desenrollar por su tamaño, en el que figuraba el
soldado, casado con Dorotea Nuñes “sin
descendencia”, pero… cosa curiosa, el único retrato existente del héroe,
firmado por el artista Fernando García, se encuentra en el Museo Histórico
Nacional, al que fue donado el 25/01/1891, por “su hijo Feliciano Cajaravilla”.
Con posterioridad a mi visita, y a
raíz de que se estaban reparando algunas deficiencias, recibí como recuerdo un
ladrillo y una teja de ripia del viejo rancho, y una teja francesa de la
azotea.
EN EL PRINCIPIO DE LA GAUCHESCA
Hombre de versos al fin de cuentas,
no puedo pasar por alto un hecho para mi muy singular.
Cuando Cajaraville, enfermo, se retira de Chile, llega a Mendoza en
momentos en que en San Juan se había sublevado el Batallón N° 1 de Cazadores de
los Andes, siendo uno de los jefes rebeldes el Tnte. Francisco Solano del
Corro. Toman el gobierno provincial y avanzan sobre Mendoza. En ésta se
disponen alistar las fuerzas allí acantonadas, y coincidiendo se encuentra allí
Cajaraville lo convocan para que
encabece uno de los cuerpos. Así los sucesos, el 28/07/1820 las fuerza rebeldes
chocan con las que él comanda (para lo cual y en virtud de su estado de salud,
se hizo amarrar a la montura para cabalgar con alguna seguridad), en un punto
denominado Jocoli, provocando la derrota y desbande de los alzados.
Y aquí la cuestión poética: sabido
que el origen del género gauchesco se atribuye a Hidalgo, pero no han faltado
investigadores que ven compartir esa “paternidad” con Juan Gualberto Godoy (1793/1864), y casualmente por
un extenso poema de 624 versos, cuyo largo título simplificamos como “El
Corro”, en el que relata los pormenores del alzamientos, y en el que el autor
hace que el propio sublevado, llame a nuestro héroe “el bravo Cajaravilla”, expresándose cada vez que debe hablar, a
través de la estrofa en décima.
CONSIDERACIONES
FINALES
En agosto de 2000, coincidentemente
con el 99° Aniversario de Bavio dimos una charla sobre temas lugareños, en el
ámbito acogedor de “La Casona ”,
allí en el centro del pueblo, y entre el puñado de asistentes se encontraba
Keka Cajaraville. Fue la última vez que la vi. Falleció el 23/10/2003.
En 1906, épocas mejores de la
estancia, se había erigido a espaldas del Casco, un oratorio bajo la advocación
de la “Inmaculada Concepción”. Cuando mi visita, se lo abrió para que lo
conozca, y así pude hojear el registro en el que se anotaban bautismos,
nacimientos y hasta algún casamiento, tanto de personal del establecimiento
como de vecinos.
Al cumplir cien años, se ofició una
misa a cargo del Padre Carlos Walton, y la Banda del Regimiento de Magdalena ejecutó marchas
y otros sones.
HOMENAJE
La existencia de este coterráneo del
pago de mis mayores (que falleció en diciembre de 1852), me inspiró un par de
versos que están incluidos en mi libro “Dos Evocaciones a un Pago: La Magdalena ”, y con uno de
ellos quiero cerrar el relato de aquella visita al casco de “La Esperanza ” de Cajaraville.
TENIENTE CORONEL
¡Ahijuna con los varones
que supo parir mi pago!
y que lo han yenao de halago
en encuentros muy bravones.
Entre aquellos mocetones
y solo por nombrar uno,
ya que’s momento oportuno
porque’l ricuerdo se oriya,
lo nuembro a Cajaravilla
y en él, ¡a tuitos riuno!
El hombre, de granadero
guerreó contra el español
pa’ imponer nuestro control
sobre el gobierno estranjero,
y en más de un encuentro fiero
del uno al otro confín
cuando el toque de clarín
decía que’l nuestro ganó,
por “guapo” lo destacó
el General San Martín.
(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 92)
Excelente !!
ResponderEliminarGracias por el halago!! insta a seguir escribiendo.
ResponderEliminarLas cosas que uno encuentra y realmente son para elogiar, realmente para es un gozo para el espiritu
ResponderEliminarGracias Ramón! muy gentil de tu parte
ResponderEliminarEstimado Carlos .se conoce la tekacire entre Cajaraville y los Bavio? Saludos
ResponderEliminarEstimado Carlos, haciendo gala de mi ignorancia debo decirte que no se lo que es "tekacire". Si se cual es la relación entre ambas familias; inclusive mi 2do apellido es Espinel, y hay una rama de ese apellido que es Espinel Bavio.
ResponderEliminarGracias por su historia,llevo ese apellido y soy descendiente de españoles de La Coruña
ResponderEliminarGracias por comunicarse
ResponderEliminarUna hermana de Miguel Cajaraville, Manuela, se casa con Antonio Bavio, los hijos Tiburcio (mi chozno), Bartolome,etc. Bartolome donó una porción de la Estancia para que se establezca la Estación de Tren.
ResponderEliminarHola Mariano, gracias por tu mensaje.
ResponderEliminarTe cuento que una Bavio se casó con un Espinel y de allí salieron los Espinel Bavio, y aquí en La Plata quedan dos descendientes que son Espinel Boffi. Yo soy Risso Espinel, si usara el apellido de mi madre.
Saludos
Carlos buenas tardes mi abuela era espinel bavio
ResponderEliminarDecime quién sos... a ver si somos parientes
ResponderEliminarSoy decendiente de manuela cajarabill y guillermo nicanor bavio
ResponderEliminarManuela cajarabill (keka) fue hermana de de mi papa raul eduardo bavio
ResponderEliminarAla descendiente de Cajaraville que me escribe, le agradezco mucho el contacto.
ResponderEliminarcreo que hay un error en lo que me dice, porque Manuela CAJARAVILLE no puede ser hermana de Raúl BAVIO. Los apellidos no coinciden.
Polr parte de madre soy Espinel, y hubo un tío bisabuelo Espinel que se casó con una Manuela Bavio, cuyos descendientes firmarían Espinel Bavio.
Si mal no tengo entendido, el casco de La Esperanza había quedado al cuidado de un capataz, inclusive después de la muerte de la Sra. Cajaraville. Tiene usted datos de esa persona?
ResponderEliminarBuen día Malena, gracias por comunicarte.
EliminarEn realidad la Estancia no existía de mucho antes que muriera la Sra. Keka.
Solo había 80 has de campo que se las arrendaba a la Escuela Agropecuaria.
Cuando ella le hizo la cesión del bien a la organización del Padre Cajade, le puso como condición, que mientras viviera, le tenían que permitir a esta persona (no era un capataz), seguir viviendo allí.
Me lo contó en un inolvidable almuerzo que tuvimos bajos las plantas.