En el invierno
del ’93, un “regular lote” de amigos convocados por el paisano Rubén Trezza
-entonces presidente de la
Agrupación “Gauchos de Dorrego”-, nos reunimos a compartir un
asado en el “Rancho Criollo El Cencerro” de su propiedad, en las afueras de
Navarro.
En un aparte
compartiendo un mate mientras los costillares lagrimeaban, el muy campero y
sabedor Abel González, nos convidó a Agustín López, Manuel Rodríguez y quien
esto escribe, a conocer “algo” de la historia lugareña.
Así fue que la
visita -aunque parezca extraño-, comenzó por el Cementerio, donde se conservan
como antaño, algunas tumbas rodeadas de artesanales rejas forjadas de algo más
de un metro de altura.
Luego
estuvimos frente a un viejo boliche -cerrado ya- en el que la tradición popular
recuerda que habitualmente se apeaba Juan Moreira. A raíz de esto nos llegamos
hasta la plaza principal, donde a uno de sus lados se enfrenta la pulcra y
cuidad edificación de la iglesia (“San Lorenzo Mártir”, si mal no recuerdo, con
más de 135 años a la fecha), de amplias escalinatas que descienden hasta la
ancha vereda, sitio en el que en épocas de elecciones, habría sostenido Moreira
una dura pelea a cuchillo.
El destino
final del recorrido fue la
Estancia “El Talar”, donde en un “solar de cuatro hectáreas”
-como reza un folleto alusivo de la Dirección de Monumentos y Sitios Históricos-, que
el 29/11/1972 fuera declarado “Lugar Histórico Provincial”, se encuentra
enclavado el Museo Histórico Biográfico Cnel. Manuel Dorrego.
Siguiendo con
la información oficial, el monumento y templete que evoca al primigenio
federal, obra del Ing. Carlos Guzmán realizado por los artistas Butin y de
Aquino, fue inaugurado en mayo de 1968.
El Museo, que
fue habilitado al público un 11 de junio de hace 20 años -fecha instituida como
“Día del Federalismo”-, custodia objetos personales, libros alusivos, medallas,
estampillas evocativas, documentos y elementos de la época.
Todo el
conjunto se encuentra emplazado en el sitio en que fuera fusilado el entonces
gobernador, Cnel. Manuel Críspulo Bernabé Dorrego, el día 13/12/1828, por orden
del Gral. Juan Galo de Lavalle.
A no mucha
distancia se encuentra el casco de la Estancia “El Talar”, y gracias al conocimiento de
Abel pudimos acercarnos hasta él, y recorrer en parte su contorno, y acceder
-casi furtivamente- a darle un vistazo a través de la ventana enrejada, a la
habitación en que, según la historia, Dorrego pasó sus últimas horas y escribió
las esquelas de despedida.
Por entonces
la construcción parecía deshabitada y dicho cuarto estaba completamente vacío,
encontrándose, salvo el piso, tal cual era en aquel aciago año.
Agarrado a esa
reja, y en el silencio campero de ese entorno, se sentía palpitar la historia y
se crispaban las manos al reconstruir mentalmente aquellas horas.
Allí cerca, la
laguna y el tupido monte de talas -alambrado en su contorno- nos remontaban a
los lejanos años en que el conquistador llegó por vez primera a esas tierras,
mientras González nos aseguraba que dentro de ese monte nativo, no profanado,
“se siente una energía especial”.
Vueltos a la
reunión, tras una genuina mesa criolla, se sucedieron los versos, las anécdotas
y el canto criollo, agradeciendo aún hoy a la distancia, al amigazo Trezza el
buen momento, y al sabedor Abel, el habernos guiado por “lugares con historia”.
(Publicado en Revista "El Tradicional" Nº 91)
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