El
26 de septiembre se cumplirán 20 años del paso al “cielo de los poetas” de
quien en vida y en la tierra fuera nada más y nada menos que Don Luis Domingo Berho, por qué no?, uno de
los más destacados nombres de “las letras gauchas” de la segunda mitad del
Siglo 20.
(Decimos
esto para que recapaciten aquellos que creen que el género murió poco después
del nacimiento de “Martín Fierro”).
El
matrimonio de María Rochford (de ascendencia irlandesa) y Juan Berho (de
ascendencia vasca), se prolongó en 12 hijos, de los cuales, el último en nacer,
el 4/08/1925, a una legua de Lobería, prácticamente sobre el arroyo de Los
Huesos, fue el futuro poeta. Casi inmediatamente fallece su padre, y la familia
se traslada al paraje “Cerro la
Guitarra ”, vecindades de San Manuel, donde crece y vive hasta
aproximadamente los 17 años en que abandona a los suyos iniciando una vida
andadora que nunca lo retorna a Lobería.
De
este temprano abandono del hogar, hay dos versiones. Una dice que muerto el
padre, fue el hijo mayor quien tomó las riendas del grupo familiar (cosa usual
entonces), y que no se avino al autoritarismo de éste. La otra cuenta que tenía
deseos de estudiar pero… se priorizó el trabajo (también algo muy común por esa
época).
Lo
cierto es que un día que la familia o la parte principal de ésta se trasladó al
pueblo, Luis Domingo “cuadró el
mono”, y ganó la huella para siempre.
Es
posible que de sus pagos llegara hasta Monte, y cierto es también que inicia
ahora una etapa de su vida muy vinculada al mundo del linyera, en pleno auge en
esos tiempos; personaje al que oportunamente sabrá cantarle con precisión.
El
sorteo del servicio militar ha de llevarlo a Mar del Plata, y de allí a un
Regimiento en Bariloche, su destino. Cumplido ese compromiso vuelve a Mar del
Plata y allí hace públicas sus condiciones poéticas (despuntaba rimas desde los
precoces 16 años), vinculándose al inquieto ambiente cultural de la misma. Por
eso no es extraño que su primera publicación -“Cortando Campo” en 1954-, vea la
luz en la ciudad atlántica, cuando tiene 28 años (este libro salió con el
precio impreso en contratapa: $ 8.50 m/n).
Posteriormente,
en la década del ’70 aparecerá también allí, “14 Sonetos ½”, con el Nº 1 dentro
del proyecto “Cuadernos Marplatenses” (es un pequeño opúsculo de 12 páginas).
Comparte
allí con colegas del medio gauchesco y folclórico, como Ñusta de Piorno,
Roberto Cambaré, Víctor Abel Giménez y Andrés Gromaz, quedando casualmente
reunido con los tres primeros, en el disco que en 1968, Víctor Velásquez
grabara para Odeón, en el que le interpreta el tema “Las dos aves”.
Las
décimas de “El Maceta” han ganado vida propia y son muchos los paisanos que las
memorizan, ignorando a veces a su autor. Sabrá decir Don Domingo que este es su verso más querido.
La
década del ’70 es la del despegue y su nombre comienza a sonar fuerte en
fogones y escenarios de la mano de diversos cantores; Argentino Luna ya le ha
grabado “Tambo” (en un fragmento) y también “La Primer Visita ”, y el correntino
-pero surero-, Francisco Chamorro le musicaliza algunos temas que cobrarán fama
en la voz de Alberto Merlo, quien le grabó no menos de siete temas, entre ellos
las celebradas milongas “La
Chata de Lobería” y “Estación de Vía Muerta”.
Podemos
afirmar que fue uno de los poetas más acreditados en la segunda mitad del siglo
pasado, en cuanto al regionalismo bonaerense.
Con
su decir, logró un lugar destacado dentro de “la gauchesca”, la visión de un
campo distinto al tratado por los poetas clásicos del género, ganado éste por
otras modalidades, tareas y personajes:
la chacra y su entorno. Sin proponérselo quizás, inició el rescate -para
salvaguarda de la memoria-, de herramientas y tareas propias de ese medio,
obteniendo resultados difíciles de igualar por otros hacedores de rimas. Al
respecto, el periodista Rubén Benitez (de “La Nueva Provincia ”, de Bahía
Blanca), afirmó que para
lograr ese cometido “…inventó una
literatura marginal, que no era gauchesca ni clásica. Se le extrajo a la
chacra”.
Casualmente,
el día que se conoció con el autor de esta nota y conversaron un rato,
apoyándole el índice de la mano derecha en el pecho, le dijo: “Mire
que yo no soy un poeta gauchesco…”, con lo que certifica que tenía muy
claro que su poesía marcaba una sutil diferencia con todo lo producido hasta el
momento referido al ámbito rural. Era él “el poeta de la chacra”; no hay en sus
composiciones tropas, reseros, jinetes, tropillas, ranchos de puestos de
estancia, piales o palenques, aunque es cierto también que nada de eso
desconocía, pero entendió que eso ya tenía quienes le cantaran.
Autodidacta,
fue un gran lector de todo tipo de obras literarias -clásicas y contemporáneas-,
lo que le dio una formación amplia y heterogénea.
Su
obsesión por la poesía y la palabra, lo llevó a ser un permanente corrector de
sus composiciones, en una búsqueda incansable por un sonido mejor y un
contenido más claro y preciso.
Fue
Berho un escritor “de primera mano”,
como que le escribió a todo lo que hizo y conoció en su andariega existencia,
por eso, sin temor al equívoco podemos afirmar que temas como “Peón de Fierro”,
“Malacate”, “Cocina ‘e Chacra”, “Mis Trebejos”, “La Chata de Lobería”, “Estación
de Vía Muerta”, “Tranquera de Alambre”, “El Maceta Viejo” o “Historia de un Relincho”,
entre otros varios, son dignos de integrar la mejor antología.
Aproximadamente año 1991 |
Su
obra publicada se compone de: “Cortando Campo” (1954), “Puerta a Juera” (1972),
“14 Sonetos y 1/2” (s/f), “La Milonga
Macabra ” (1972), “Antiprosas” (1975); los folletos “El Maceta”,
“La Chata de
Lobería” (1983), “Estación de Vía Muerta” (1984), “Milongas Tuercas” (1985),
“Tranquera de Alambre” (1986); y las plaquetas -1 solo poema- “Molina Campos”,
“Alpillera”, “Galleta ‘e Campo”, “Receta del Guiso Carrero” y “Sulki Viejo”.
Agregamos
una curiosidad: Roberto Cambaré, quien fuera muy amigo y compañero en los años
juveniles vividos en Mar del Plata, le contó al poeta y periodista Pedro Leguizamón
en febrero de 2001, “…escribimos en la
década del 50 el 'libro de versos monovocales'…” , pero es ésta la
única noticia que tenemos; si se publicó, nunca vimos un ejemplar.
De
sus publicaciones, solo “Cortando Campo” tuvo forma de libro, con 36 poemas en
80 páginas. El resto, los criollos y los que no lo son, siempre fueron folletos
o plaquetas.
También
llevó a la grabación sus temas, y así nacieron los cassetes “Cortando Campo”,
“Tranquera de Alambre”, “Milonga Macabra”, “Galleta ‘e Campo” y “Alpillera”.
No
es muy conocido que el cantor y amigo personal Beto Ruidiaz -marplatense
también-, aproximadamente el año 2006, realizó una grabación titulada
“Sentimientos del Corazón”, compuesta de 15 zambas, una canción y un carnaval
cruceño, que oportunamente habían compuesto en conjunto, Don Luis las letras y Beto las músicas.
Producida
su desaparición, la familia radicada en Balcarce, con su sobrina Dora Berho de
Faberi a la cabeza, se abocó a cumplirle el último sueño: publicar un libro que
compendie la mayor parte de su obra, tarea a la que estaba dedicado, seleccionando
y reuniendo versos, al momento de su internación.
A
esa carpeta la familia decidió agregar otras composiciones y así tomó su forma
final: “De Mi Galpón”, libro póstumo aparecido en 1999, editado en la ciudad de
La Plata , que
se enriqueció con las ilustraciones de tapa y contratapa que gentil y
desinteresÁdamente aportó el artista plástico Rodolfo Ramos, tras una gestión
que encarara Agustín López, poeta éste muy vinculado a Berho.
En
las 150 páginas este libro, se reúne lo
más conocido de su obra, totalizando más de 80 versos.
En
su andadora existencia, Don Luis Domingo
tuvo varias “residencias de prestado” o “familias adoptivas”, por eso sin duda
alguna citamos dos de ellas, la de Nelfi Trimarchi, en San Justo, partido de la Matanza , donde tenía su
propia habitación; la otra es la de Néstor Barbieri, en la ciudad de Bahía
Blanca. Barbieri, hombre de radio y organizador de
importantísimos encuentros criollos, tenía verdadera pasión por el poeta y su obra,
y fue un entusiasta y desinteresado difusor de su quehacer literario.
En
lo de Trimarchi, casi tenía radicación, y allí estaba cuando debió internarse,
y allí quedaron todas sus pertenencias tras el deceso, muchas de las cuales,
con la aprobación de sus sobrinas, fueron donadas a la Asociación Argentina
de Escritores Tradicionalistas, la que le dedicó una vitrina para su permanente
exhibición.
Libro de edición póstuma |
Berho supo en vida del reconocimiento, y así fue que recibió el Premio
“Payador” que otorgaba Radio Provincia de Buenos Aires, en el año 1986, como
que también el escenario de la “Fiesta de las Tropillas y la Tradición ” que
organizaba la
Agrupación Gauchos de Lobería, fue bautizado con su nombre.
Tras
una breve internación, cuando nada parecía señalarlo, se ganó al “cielo de los
poetas” cuando acusaba recién cumplidos 67 años; ocurrió en una clínica de San
Justo, a las 11.40hs. del 26/09/1992, próximo ahora a cumplirse 20 años de su
deceso.
Tal
su deseo, sus restos descansan al pie de la sierra “La Barrosa ” en el Cementerio
de Balcarce, donde todos los años, para el 26/09 se realiza un homenaje junto a
la tumba en la que una décima que le dedicara José Curbelo, lo evoca diciendo:
Fue Don Luis Domingo Berho
el descriptivo poeta
de la chata, del maceta
y del arado primero.
Del rastrojo, del potrero,
la cocina y los galpones.
En las sureñas regiones,
escribió su canto eterno,
con la chacra por cuaderno
y los surcos por renglones.
Con
certeza decimos, que el homenaje en este vigésimo aniversario ha de reunir a
muchos amigos y gente de la cultura criolla.
(Publicado en Revista De Mis Pagos Nº 45)
Después de escuchar "Estación vía muerta" me interesé por este poeta y aquí encontré buena información
ResponderEliminarExcelente Carlos, un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias"!!
ResponderEliminarQuién sos?
Lo escucho desde que era chico y soy fanático de sus letras. Muy completo el informe. Un saludo desde Sierra de la ventana. Adrián Martínez
ResponderEliminaralguno que tenga galleta e campo de Don Domingo ?
ResponderEliminarAl interesado en el verso (desconozco quien es, no sale su nombre), le informo que si entra en versos-camperos.blogspot.com.ar lo va a encontrar pues lo acabo de cargar.
ResponderEliminarSoy difusor de música popular argentina desde haca más de una treintena de años y siempre senti placer por las composiciones de Luis Domingo Berho. Encontrarme con esta semblanza me ha enriquecido y nutrido para su difusion. Muchas gracias don Carlos Raúl Risso. Actualmente desarrollo "Canto y Fundamento" los sábados de 9 a 12 hs por www.la999.com.ar
ResponderEliminarNatalio Mirensky
Bueno Natalio, me alegra que mi trabajo le sea útil. Úselo sin problema; con solo citar la fuente me sentiré gratificado.
ResponderEliminarLe digo esto, porque hace unos días lo escuché leído de punta a rabo, por un seudo sabedor, que al no citarme, se lo atribuyó.
Un saludo cordial.
Este poeta encarna el sentimiento de los que amamos nuestra cuna, todo esta en esos versos: el rancho, el tambo, el galpón, el caballo, el sulky, la cocina, el corral, la música implícita en sus coplas que rezuman los caminos chacareros y las anchas estancias.como quisiera tener algunas de sus obras en mis manos.
ResponderEliminar