Aunque desde los centros difusores
de cultura que tienen llegada masiva e inclusive desde los que podríamos
denominar ‘la cultura oficial’ se ignora prácticamente todo lo que tiene que
ver con la literatura costumbrista como si esta no existiera, aprovechamos este
espacio que gentilmente ofrece “De Mis Pagos” para mostrar que la misma ha
permanecido vivita y con bríos, alimentada por escritores de mucha valía, que a
veces el gran publico desconoce, pero no así los seguidores del tema
acostumbrados a husmear buscando páginas de criollo sabor.
Por eso en la ocasión nos ocuparemos
de contar algo referido a un hombre campero que devino en escritor y apuntaló
lo suyo con conocimientos y buen estilo narrativo. ¿Qué de quién hablamos?,
pues de Don Aarón Esevich.
El autor vino a la vida en Rivera,
partido de Adolfo Alsina, el 25 de diciembre de 1907, pero como había que hacer
20 leguas a lomo de caballo hasta Carhué para anotar el nacimiento, es que su
documento acusaba el 6 de enero de 1908 como su fecha natal.
En un libro de corte autobiográfico
que ya nombraremos, cuanta que se crió en “campos de Leofucó”, y ocurre que
menos de 30 años antes esas eran tierras de pleno dominio aborigen.
Aarón nació
en el hogar formado por Fanny Cherny y León Esevich -ambos inmigrantes-, los
que alumbraron seis hijos que conocieron la vida rural y de los que se
preocuparon por su educación. Así fue como Aarón
a los 16 años fue enviado a la Escuela
Nacional de Agricultura, establecimiento con sede en Casilda,
Santa Fe, de donde egresó en 1927, pero que pese a haber presentado una tesis
sobre los trabajos rurales de la estancia que fue aprobada, nunca más volvió al
Colegio a rendir el examen final, por lo que le faltó tan solo un trámite para
convertirse en “Administrador Rural”.
En 1928, debuta como ‘practicante’
en la Estancia
“Las Calaveras” de D. Ramón Arano. Luego, y siguiendo sus propias palabras “…me emplee en la sección estancias de la
firma Bunge y Born donde permanecí hasta el año 1934…”. Su primer destino
fue la Estancia
“La Catalina ”
en Estación Diego de Alvear: “…una de las
que tiene más vacas y ovejas de la provincia…”; posteriormente será segundo
mayordomo en la Estancia
“La Pradera ”,
en Las Varillas, Córdoba, y de allí continuará en “La Verde ” en la misma
provincia.
Pero la crisis económica de los años
30 lo trae de regreso al predio familiar, dispuesto a salvar la difícil
situación del momento.
Así podríamos seguir detallando su
vida de continuos laboreos rurales y vida de estancia como lo fue hasta el fin
de sus días. Pero queremos mostrar al escritor, ese que supo llevar al papel
todas esas vivencias.
En octubre de 1952, trabajando con
el lazo en una yerra en su estancia, es atacado por un terrible dolor en la
pierna izquierda por el que “debí
someterme a un enérgico tratamiento médico con prohibición absoluta de andar en
mis cosas debiendo permanecer en Buenos Aires durante ocho meses. Alejado de mi
ambiente pude observar ese medio con ojos de observador que mira a distancia
consiguiendo así un más amplio enfoque. Entonces fue cuando sentí imperante
necesidad de escribir, al ver a pesar mío que el país corre el grave peligro de perder su principal patrimonio: el genuino hombre de campo”. ¡Y así
nació el escritor costumbrista!
Su primera obra fue “Un Hombre de Campo”, con pie de
imprenta en 8/1955 y sello de Santiago Rueda Editor, con tapa ilustrada por
Eleodoro Marenco e interior por Tito Saubidet. ¡Qué lástima que hoy sea
inhallable! Su relato es una experiencia de vida, una experiencia en la vida
rural de la primera mitad del Siglo 20 entre el gauchaje de entonces y las
siempre ásperas tareas del campo. Pero lo notable es la manera en que supo
narrarlos: estilo ágil, despojado de vanas retóricas, y llegador por lo sentido
y sincero.
No hay mal que por bien no venga,
dice el adagio, y uno puede pensar que de no haber mediado aquella dolencia,
quizás nunca hubiese pensado Esevich
en escribir los otros tres libros que publicó.
Estos son: “El Padentrano”, con ilustraciones de E. Marenco, editado por
Peuser en 7/1958 (este fue el primero que leímos y que nos motivó a seguir los
rumbos de su obra); “Rumbeando”,
ilustrado por Julián Althabe y publicado por Ed. Kraft en 8/1968; y por último “Campos
de Afuera” impreso por A. Peña Lillo en 10/1974 con una aguafuerte de
Castells Capurro dando vigor a la portada.
Leer las novelas de Aarón Esevich es compenetrarse de un
medio rural auténtico, palpable, descripto por uno de sus propios actores.
Un importante apoyo en su vida
campera y en la de escritor resultó, sin duda, su esposa Bita Kramer, que
siendo una joven porteña, allá por 1938 se casó con ese hombre de 30 años junto
al que se haría una mujer acostumbrada a los avatares rurales y luego, la
revisora de sus escritos.
En 1981 cuando la Lotería de la Provincia imprimió una
serie de sus billetes con cascos de estancias, en el sorteo del 27 de febrero
apareció la suya; dice el epígrafe: “Estancia ‘El Recado’, en el deslinde de los partidos de C. Tejedor y
Pehuajó”; agregamos nosotros, zona de J. J. Paso.
Nos parece apropiado cerrar con una
reflexión suya sobre los hombres de campo que fueron sus compañeros de tareas: “Nobles
corazones de varón; nunca les di una orden cuando estuvieron bajo mi mando; una
insinuación sobre lo que había que hacer tuvo, para esos caballeros de espuela
y chambergo requintado, la misma fuerza que la orden de un dictador”.
Don Aarón
falleció en Santa Rosa, La Pampa ,
el 17 de julio de 1988.
(Publicado por Revista De Mis Pagos Nº 13 - 11/2000)
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