Era un gaucho con todas las letras, aunque su
apelativo parecía desmentirlo, pero vivió inmerso en la cultura gaucha volcando
al conocimiento y difusión de la misma, todas las monedas que podía menguarle a
su mensualidad de hombre de trabajo. Se llamó y se llamará para el recuerdo Don
Rodolfo Nicanor Kruzich, y este 10 de enero estaría cumpliendo 100 años
como que había nacido en 1908, en el Día de San Nicanor, en “Las Hermanas”,
partido de Laprida, en el seno del hogar de origen yugoslavo-austríaco
conformado por Natalia Radetich y José Kruzich, ambos arribados niños al país.
La familia se completaba con otros cuatro hijos.
Hacia 1912 se radican en “Las Martinetas”, partido
de Gral. Lamadrid donde permanecerán por espacio de una década.
En aquellos ambientes de pleno campo, en los que la
estación ferroviaria era solo un punto en la inmensidad pampeana, Nicanor
observó y absorbió la vida campera; al respecto ya hemos escrito hace un lustro
que “se
abrazó a lo gaucho desde la primera mirada que dirigiera al campo, aun desde el
regazo materno”.
El destino ferroviario de Don José -Jefe de
estación del FF. CC. del Sud- mudará la familia acercándola al Gran Buenos
Aires, pero el sino de Nicanor ya estaba marcado con un rumbo gaucho, y
aunque en 1923, en el nuevo destino de Tristán Suárez, partido de E.
Echeverría, ingresa él también, como mensajero, al ferrocarril (donde
realizaría una ascendente carrera por espacio de 35 años), ya es un adolescente
que ensilla como el mejor, que se le anima al lazo en los trabajos a corral, y
que sabe misturarse en una tropa junto a reseros que resultan, sin saberlo,
auténticos maestros.
Tres años más tarde, ya como empleado efectivo,
luego de una breve estadía en Estación Sarandi, gana los campos de pa’juera con destinos en Quequén, Napaleofú (en épocas que
se hacía la extensión a Lobería), Labardén, San Agustín, Nutrias, Mechongué...
Y en todos ellos buscó de relacionarse con la paisanada del lugar, haciéndose
frecuentador de distintas estancias, como por ejemplo “San Simón” de Pereyra o
“Tres Lomas” de Anchorena, absorbiendo fervoroso, los usos, costumbres y
saberes camperos.
El amor por la vida de la campaña, lo llevó a
interesarse por coleccionar todo tipo de enseres e implementos relacionados a
la vida gaucha, y asimismo a volcar al papel en forma rimada, sus vivencias
rurales y lo que su ojo agudo y atento observaba. Sus versos criollos
aparecerán firmados como “El Pampa Filemón” en la Revista
“La Carreta ”
-órgano de difusión del Círculo Tradicional “Leales y Pampeanos” de
Avellaneda-, creada en 08/1932, cuatro meses después de fundada la institución.
Allí confraternizará con poetas como Roberto
Roncayoli, Emilio Frattini y Pedro Risso, fundamentalmente con éste notable
poeta campero con el que afianzaría una gaucha amistad, y con el que harían
punta en la animación de jineteadas y corridas de sortija en la década del 50.
Retirado del ferrocarril en 1961, comenzó a
desempeñarse en la firma Pedró Hnos., en el Mercado de Hacienda de Mataderos,
donde pudo seguir vinculado a la vida rural en ese especial lugar que como una
cuña introduce el campo en la
Ciudad de Buenos Aires.
Si bien no publicó libros, como ya dijimos colaboró
con “La Carreta ”,
y también hemos encontrado versos suyos en Revista “Pa’l Gauchaje”, en el libro
“Divisa Pampa” de Edilio Machado como asimismo en el Boletín de la AAET. También
conocemos una hoja impresa en 04/1969, en la que al estilo de la literatura de
cordel dedica cinco décimas al
desaparecido amigo Tito Chas.
Ahora bien, a principios del año 92 -el de su
fallecimiento-, la
Municipalidad de Lomas de Zamora lo homenajeó organizando un
Certamen Literario con su nombre, certamen que llevaba como Primer Premio la
edición de un libro, que resultó ser la primera obra del poeta de Cañuelas,
Carlos A. Loray, que resultara ganador.
Su constante labor cultural hizo que varias veces
fuera entrevistado por diferentes medios, y así el 8/07/1955 publica una
extensa nota el diario “El Sol” de Quilmes; en 09/1964 lo entrevista Revista
“El Caballo”; el periódico “Noticias de Lomas” hace lo propio a fines de 1983;
Revista “Pa’l Gauchaje” lo reportea en 02/1988, y debe haber más.
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De la década del 60, cuando con mi
familia concurríamos a las fiestas criollas de “La Montonera ” de Ensenada,
guardo las primeras visiones de ese paisano grandote, de voz cavernosa, que
desde el mangrullo animaba la jineteada, matizando con versos y floreos de su
autoría lo que acontecía en los palenques y sus vecindades.
Comencé a
tratarlo asiduamente, a partir de 09/1984 cuando tras afiliarse a la Asociación Argentina
de Escritores Tradicionalistas, se hizo asiduo concurrente a las reuniones,
jerarquizando con su presencia la vida de la recién nacida institución, la que
reconociéndole su aporte lo designaría más adelante su “Primer Presidente
Honorario”.
A pesar de sus
años de criollo experimentado y mi casi mocedad de entonces, pudimos trenzar
una linda amistad edificada en la pasión por el gaucho y su entorno, donde yo
disfrutaba de sus relatos y anécdotas recogidas en su vida, y él, aparentemente
apreciaba mi forma de manifestarme en verso sobre esas cuestiones.
Como ambos eramos
de enero, resultaban habituales los cruces de llamados con un saludo
cumpleañero, cuando no alguna misiva en verso, que cerraba una firma que
expresaba claramente el nombre completo y remataba con un lazo visible desde la
argolla a la presilla.
Supe visitar su
última morada, en la Ciudad
de Banfield, donde vivía con sus dos hermanas Elena Agustina y María Esther.
Antes, mientras vivió su esposa Margarita Vaccaro, había estado radicado en
Bernal, partido de Quilmes.
Allí en su casa,
pude solazarme en la contemplación de su bien armado y muy nutrido “museo
gaucho”, museo del que, fallecido Don Nicanor el 16/11/1992 a los 84
años, tuve el honor, junto a mi hermano de rumbo Agustín López, de confeccionar
a pedido de sus hermanas, un inventario general que facilitara la distribución
de las piezas.
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En noviembre cumplió 15 años su
ausencia, pero quienes tuvimos la suerte de tratarlo sabemos que siempre está.
Y no encuentro mejor forma de recordarlo que transcribiendo el remate de un
verso que le dedicara en 1986:
¡Linda su estampa
paisana
con galanura de
crioyo!
Su versiada es un
pimpoyo
que la sangre le
desgrana.
Su gaucha planta
se hermana
a un pasao de
tradición
ande usté es como
un botón
de lujo en el
tirador...
Don Rodolfo Nicanor
Kruzich, ¡un gaucho y señor!
11/1942 Delegación de Avellaneda en la 3º Fiesta del día de la Tradición en La Plata. 2º de la izquierda. Kruzich - 2º de la derecha, Pedro Risso. Eran grandes amigos.
(Publicado en Revistas De Mis Pagos Nº 33)
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