El 28 de mayo
del año en curso (2000), se cumplen 30 años del fallecimiento de uno de los
escritores que más aportó y más brilló en el campo de las letras de sabor
costumbrista del pasado siglo, nos referimos a Don Justo P. Sáenz (h.), quien por entonces contaba con 77 años de
edad.
Si bien
provenía de una acomodada familia de vida urbana como que su padre era un
banquero, fundador y dueño del Banco Popular Argentino, descendiente de ilustre
familia como que el Presbítero Antonio Sáenz -fundador de la Universidad- era su
tío abuelo; reconocía la ascendencia criolla de los “tatarabuelos y choznos, los Zamudio y Villamayor, verdaderos señores
rurales, varios de ellos cabildantes o alcaldes de primer voto durante el
Virreinato, que desde antes de 1750 poblaron en los partidos de Las Heras y
Navarro, a la sazón ‘Pago de la
Matanza ’…”, como él mismo supiera contar.
Como aspecto
anecdótico referimos -copiando a Cáceres Freyre-, que en su primera infancia
(1893) a raíz de una enfermedad de su madre fue amamantado por una ama de leche
que era aborigen pampa.
Si bien sus
primeras versificaciones datan de los años de sus estudios secundarios en el
Instituto Libre de Segunda Enseñanza (época en que a los 17 años escribió las
acreditadas décimas de “La
Carrera ” que vieran la luz recién en 1930 al publicarse en
‘Caras y Caretas’), su primera colaboración literaria fue el ‘relato
entrerriano El Lobizón’ que se diera a conocer en la antes citada revista en
junio de 1927, pero firmado con el seudónimo “Higinio Cuevas”; contaba para
entonces 34 años, por lo que podríamos decir que su inicio oficial con la
literatura se produce siendo ya un hombre hecho.
Quizás la
buena repercusión obtenida por esas rimas o por consejo de algún buen amigo, lo
incitaron de allí en más a usar su propio nombre, y es que así firmado, en el
mismo medio gráfico aparece a principios de octubre del mismo año su poesía
-también de tono entrerriano- “El Regalo”, y ya a fin de ese mes, pero en el
Suplemento Literario de La
Nación , su primer trabajo en prosa titulado “A Uña de
Caballo”, un cuento. De allí en más su participación en la vida literaria será
continua hasta el fin de sus días, como que dos meses antes de su fallecimiento
enviaba un trabajo inédito para ser publicado en la Revista Camping , que apareciera
póstumamente.
A los tres
medios gráficos ya citados, agregamos como receptores de sus múltiples
trabajos: La Prensa ,
Selecciones Folklóricas Códex, Boletín de la Asociación Folklórica ,
Cuadernos de Buenos Aires, Anales de la Sociedad Rural Argentina; las
revistas El Caballo, Jockey Club, Aberdeen Angus, Nativa, Vincha, Señuelo, Raza
Criolla, El Hogar, La Carreta ,
Martín Fierro, etc. etc.
Su primer
libro, “Pasto Puna”, aparece
publicado por Casa Peuser y con prefacio de Martiniano Leguizamón, en l928. A
éste le seguirán “Baguales” (1930), “Cortando Campo” (1941), “Equitación Gaucha en la Pampa y la Mesopotamia ”
(1942), “El Pangaré de Galván”
(1953), “La destreza de los de nuestra
tierra – gauchos argentinos” (folleto, 1965), “Los Crotos” (1967), “Pampas,
Montes, Cuchillas y Esteros” (1967) y “Blas
Cabrera” (1970, póstumo).
Por otro lado
digamos que son cuantiosas sus charlas y conferencias que se mantienen como
material inédito.
Por no haber
tenido la dicha de conocerlo y tratarlo, y por carecer mi expresión de peso
académico, recurro a la opinión de su amigo, discípulo y admirador, J. Cáceres
Freyre, cuando dice: “Justo poseía las
más exquisitas dotes del gran señor criollo: una encantadora sencillez y humildad
y un don de gentes, bondad a toda prueba, que desde el primer momento
cautivaban y predisponían a quien lo trataba (…) había heredado las mejores
tradiciones del porteño viejo: campechano, servicial, discreto, cortés con
damas y caballeros, y sobre todo hospitalario y leal hasta en los más mínimos
detalles.”
Meticuloso en
la observación y el estudio, pudo concretar una obra que resulta única en su
género, el libro “Equitación Gaucha”, con el que obtuviera el Primer Premio de
Literatura y Folklore Regional, otorgado por la Comisión Nacional
de Cultura, publicación que adicionalmente le brindara la distinción de ser
elegida como obra de estudio por la
Facultad de Filosofía y Letras. Y ya que hablamos de premios
no podemos dejar pasar la acotación del memorioso Don José María Prado, cuando
apunta que su novela “Los Crotos” recibió el Primer Premio del Concurso Bienal
“Ricardo Rojas” de la
Municipalidad de la
Ciudad de Buenos Aires.
Pero no solo
se dedicó a la creación literaria y la investigación, ya que también participó
en la dirigencia de instituciones intermedias, y así resulta que fue Presidente
de la Sociedad
Argentina de Estudios Lingüísticos, miembro de C. D. de la Asociación Amigos
del Arte Popular y también de la
Comisión de Homenaje a Aimee F. Tschiffely, como asimismo
socio de la Asociación
de criadores de Caballos Criollos.
Respecto de
sus estudios agregamos a los secundarios ya aludidos en el párrafo cuarto, que
cursó en la Facultad
de Derecho, de donde egresó con el título de escribano. Sobre este particular,
en entrevista que personalmente mantuviera en 1994 con María E. López de Oberti
(viuda del también notable investigador, Don Federico), me refería que dicha
carrera la había cursado en la entonces
joven Universidad Nacional de La
Plata , y que ya profesional habría ejercido la misma en la Escribanía de César
Iraola y también en la Alcaidía
de Menores de la Policía.
Volviendo a
su obra, dijimos que en los trabajos de investigación era meticuloso -obsesivo,
podríamos agregar-, y en la creación (cuentos, novelas, poesías), un autor de
trazo ágil y ameno, de una actitud y condición descriptiva y formadora de una
atmósfera que transforma el texto en atrapante y a la lectura en un hecho cada
vez más intenso. Todos sus escritos dan la idea de ser sucesos reales, y uno
tiene la sensación de estar escuchando un relato de boca de un viejo gaucho.
Hablando de
relatos, digamos que su producción poética -que no es demasiado abundante-,
tiene un nivel y una calidad auténticamente criolla, de allí que con nombrar
solo dos o tres gana el derecho a integrar la más selecta antología, y sino
recordemos su “Relato de un Mayoral”, “El Overo de Aguilar” o aquella citada al
principio, “La Carrera ”.
Don Justo -o Justito como cariñosamente lo llamaban sus allegados-, había nacido
en Buenos Aires el 19/12/1892, y sus nombres completos eran Justo Pedro Sáenz Quesada.
Pero para la
definición final convoquemos a nuestro amigo y maestro, Don Carlos Antonio
Moncaut, quien mucho nos ha guiado e informado sobre el admirado escritor,
quien escribió y opinó que fue “Justo P.
Sáenz (h), el más grande sabedor, fidedigno y documentado de todo tema
vinculado con nuestro pasado del campo criollo, un testigo atento de esa época,
que aunque reciente, ya es un pasado que no volverá; alguna vez al
preguntársele cuando había comenzado su afición por lo nuestro, contestó que
desde muy niño; que debía ser algo que tenía en la sangre, algo atávico”.
Por lo
expuesto es que nos animamos con aquello de: “Don justo P. Sáenz, ese gaucho”.
(Publicado en Revista De Mis Pagos Nº 11, de 6/2000)
muy buena la nota, "El lobizon" es la misma que canta Jorge Soccodato? esa que dice : ya van pa seis meses que gane los montes, desde aquel mal dia que me desgracie...
ResponderEliminarAbrazo
Javier
Donde lo puedo leer?
Eliminarya lo subí al blog Antología de Versos Camperos
EliminarSi, y si no me equivoco, da como autor a "Higinio Cuevas"
ResponderEliminarSi alguno pudiese pasarme la letra de la carrera le agradeceria la gauchada, dejo mi mail por si acaso zgoncconstanza@gmail.com
ResponderEliminarmuchas gracias